Comer en la tienda
Son espacios que combinan la tienda de objetos para la casa y el restaurante, aunque algunos prefieren llamarlos ‘concept stores’
Hace diez años, María José Gómez y Maximiliano Zigart convirtieron un inmenso garaje detrás del Turó Park en una de las tiendas de interiorismo más exclusivas de Barcelona, Luzio. Para él, viajar por todo el mundo en busca de piezas especiales era la excusa perfecta para disfrutar con la gastronomía. “Cuando planifico ir a comer a un sitio que me hace ilusión, porque sé que será una experiencia con magia, la noche antes no consigo dormir por la emoción. Y soy capaz de recorrer muchos kilómetros o de subirme a un avión con la única intención de sentarme a una mesa”. Así explica el argentino, cuya familia, de raíces polacas, vivió muchos años en Milán, su fascinación por los ingredientes y las elaboraciones. Lo que siente por la gastronomía lo ha querido plasmar en el nombre del restaurante que acaba de abrir, Iluzione, en uno de los extremos de la tienda. Platos copiosos, “porque no quería ser otro local más de platillos y tapas”, productos artesanos que se hace traer, como un excelente pastrami (desde Polonia), o la mortadela, el salami trufado y la burrata, desde Italia. Ensaladas, cebiches, carpaccios, melanzane a la parmigiana y algunas otras preparaciones que van asomando en una carta a la que han de ir incorporando algunos de los platos principales y que prepara el turinés Stefano Gallo, quien regenta su propia pizzería en Rubí (Giorgio).
El nuevo espacio, dentro de la tienda, se suma a la iniciativa que emprendió hace tres años el reconocido interiorista chileno Jaime Beriestain, quien quiso unir en un espacio muy personal los objetos seleccionados por él mismo (en lo que identifica como una concept store con los platos que formaban parte de su propia memoria culinaria. El Café Jaime Beriestain, donde además de muebles y objetos de decoración se pueden comprar flores, libros o fragancias, ha apostado también por un nuevo apartado de cócteles y tapas de autor (en la zona de exposición) y también por el servicio a domicilio de la comida y los objetos.
Hace años que desde Cornelia & Co, la artista Sandra Tarruella ofrece la posibilidad de comer en una tienda, en la que se pueden comprar productos gastronómicos. Ahora ha dado un giro al espacio (en el que luce algunas de
Cornelia & Co estrena los sabrosos platillos del chef Andrés Huarcaya, nuevo socio de Sandra Tarruella
sus obras) convirtiendo la cocina del restaurante en el epicentro del establecimiento. La cocina es más protagonista que nunca y los productos envasados o los objetos para la casa, expuestos en una de las entradas, son un complemento. Carla Tarruella ha querido subir el listón culinario y se ha asociado con el cocinero peruano Andrés Huarcaya, que prepara sabrosos platillos (muy recomen-
dables el canelón de rabo y el arroz de pescado). Tapas, platillos y un buen menú por 15 euros. Un giro en un establecimiento que sigue apostando por la materia prima de calidad y donde se envasan sus propios productos, como el aceite de oliva virgen. En su caso más una tienda en el restaurante que un restaurante en la tienda. Porque la cocina, insiste, es la protagonista.