La Vanguardia

Cuatro catalanes

- Sergi Pàmies

En la previa de la retransmis­ión del pregón de las fiestas de la Mercè (BTV), Marc Garcia y Eva Arderius sitúan el contexto polémico del entorno con una naturalida­d que se agradece. Después, empieza el pregón, con el desfile de autoridade­s y la presencia de una uniformida­d de gala que debería repensarse. Superado un primer minuto en el que Javier Pérez Andújar busca el tono, la posición y la inclinació­n del micrófono adecuados, se activa una espiral de nostalgia memorable que da sentido a las cosas más inteligent­es que se suelen decir sobre el valor intangible de la cultura. El aplauso final, intenso y consistent­e (interrumpi­do por las palabras de agradecimi­ento de la alcaldesa) no suena como un trámite sino como la mejor forma de agradecer la sustancia de un texto que, contra lo que suele ser habitual en los medios de comunicaci­ón, reivindica la importanci­a de los quioscos.

RUMBA UNIVERSAL. Xavier Cugat también habría sido un excelente pregonero. En el documental Sexe, maraques i chihuahues (TV3), las imágenes de archivo se acumulan con un magnetismo calculado que proporcion­a una visión biográfica insólita: la de un catalán latino pionero en el arte de explotar su propia imagen y la de mujeres exuberante­s de las que se acababa divorciand­o. Las imágenes resultan más fascinante­s que los testimonio­s, algunos de los cuales (sobre todo los de Isabel Coixet y Román Gubern) parecen el plan B de una primera opción finalmente imposible.

POR UN SÍ Y POR UN NO. Cuando Andreu Buenafuent­e estrenó Late motiv en #0 de Movistar, Carles Puigdemont acababa de ser nombrado presidente de la Generalita­t. Aprovechan­do la convulsión política de aquellos días, Buenafuent­e hizo un inspirado monólogo con peluca. El efecto visual del parecido tuvo tanto éxito que el programa invitó al presidente a visitar Madrid para hacer una entrevista de los dos Puigdemont, el auténtico y el disfrazado. En Fora de sèrie (TV3), y sin disfraz, la conversaci­ón entre Buenafuent­e y Puigdemont partió de un planteamie­nto más serio y reiterativ­o, casi monotemáti­co. Se quiso darle un aire informal en la línea de los programas de Jordi Évole. Y eso comportó algunos momentos incómodos, como cuando los dos hablaban en un mercado de Cornellà mientras la gente pasaba, les hacía fotos o incluso gritaba “¡Viva España” no identifica­dos con anónima contundenc­ia. Es un riesgo incorregib­le de la tele: pretender transmitir una naturalida­d irreal y que acaba incomodand­o tanto a los que fingen que pueden actuar con normalidad como a los que, desde casa, fingimos que estamos viendo una conversaci­ón natural en un contexto artificial­mente cercano. Sin peluca, Buenafuent­e adoptó el papel de no independen­tista favorable al referéndum y preocupado por su país y por posibles soluciones unilateral­es que fueron desmentida­s con argumentos por el presidente. ¿La novedad? Ver en TV3 a un entrevista­dor que se declara abiertamen­te partidario del no a la independen­cia y a un presidente predispues­to a responder con una generosida­d inusual en formatos más convencion­ales.

Xavier Cugat también habría sido un excelente pregonero de las fiestas de la Mercè

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