La Vanguardia

“Para actuar con dignidad hace falta valentía”

Tengo 53 años. Nací en India y vivo en Colorado. Casado, tengo tres hijas. Encabezo el linaje budista Shambhalay­una amplia red de centros de meditación. Considero ala humanidad buena, íntegra y digna. Debemos confiar en nuestra propia valía, pero hay una

- IMA SANCHÍS

Ha crecido usted a la sombra del padre? Mi padre, Chögyam Trungpa Rimpoché, fue un célebre maestro tibetano, erudito y gobernante. Custodio de las enseñanzas más sagradas. ...Y más antiguas. Era clarividen­te, predijo la caída de Tíbet, lo que le permitió preparar la huida de cientos de personas. Cruzando el Himalaya tuvo la visión de crear una sociedad humana iluminada que diera paso a una red de sabiduría y bondad.

No debe de ser fácil estar a su altura. Teníamos una potente conexión, éramos amigos muy íntimos.

¿Usted también cree en la posibilida­d de una sociedad iluminada? Si podemos confiar en nuestra propia bondad, esta iluminará nuestra vida, nuestros hogares, lugares de trabajo, hospitales, escuelas, políticos... y toda la sociedad.

Suena utópico. Toda persona quiere ser respetada, amada y cuidada. Los conflictos y la violencia nacen cuando dos personas no se reconocen.

Personas que han sido cuidadas y amadas sólo piensan en ellas mismas. Necesitan introspecc­ión. En ese momento aparenteme­nte insignific­ante en el que sentimos nuestra propia bondad, tiene lugar un movimiento sísmico.

¿Cuál es el principio fundamenta­l de la filosofía Shambhala? Para actuar con dignidad hace falta valentía, vivir en el desafío, pero las personas tememos y dudamos.

¿La cobardía es producto de la duda? Sí. Los cobardes se ocultan tras la negativida­d que desparrama­n a su paso. Vivimos inmersos en continuos desafíos externos e internos. Nos debatimos entre la duda y la confianza.

Confianza es una palabra muy grande. Se trata de conquistar una mente lo suficiente­mente relajada como para confiar en lo ilimitado de su sabiduría y compasión inherentes.

Difícil creerlo si miras a tu alrededor... Podemos reírnos con ecuanimida­d de cuánto nos esforzamos en intentar mantener nuestras prisas y riñas. En lugar de quejarnos podemos reírnos y ofrecer palabras amables. Todo lo que nos sale al paso es una oportunida­d para elegir la confianza.

¿Confianza en uno mismo? Sí, pero cuando nos parece que somos deficiente­s nos maltratamo­s, y luego maltratamo­s a

otros del mismo modo. Si eso se prolonga en el tiempo, el estado depresivo y agresivo se convierte en la norma.

...Y vamos soltando coces.

Si confiamos en nuestra propia valía, la mente cuenta con más fortaleza, flexibilid­ad, inteligenc­ia y magnanimid­ad respecto a sus propios sentimient­os y opiniones. Debemos olvidarnos de la preocupant­e sensación de que somos culpables de algún tipo de error fundamenta­l.

Sobre eso se sustenta nuestra cultura.

Apreciar dónde nos encontramo­s ahora mismo es un antídoto contra la depresión cuyo resultado es la alegría. Animarse y estar alegre estabiliza la confianza. Necesitamo­s compasión y conexión para que la sociedad sea saludable.

Como es dentro es fuera.

Exacto. El problema es que la influencia de la sociedad es omnipresen­te y somos incapaces de distinguir nuestros propios valores y pensamient­os. Repetimos lo socialment­e aceptado.

¿Hay que cuestionar?

Hay que soltar pensamient­os y emociones, es decir, dejar de aferrarse. Meditar sobre ello, y luego salir a la calle con un objetivo: ser amable.

¿Qué es la amabilidad?

Es una energía que te permite sentir al otro como algo tuyo. Nadie sabe lo que va a pasar en la vida, estamos en eso juntos llenos de miedo y esperanza. Amabilidad es reconocer esa vulnerabil­idad propia y ajena.

Ser valiente ante la incertidum­bre.

La cobardía es como estar congelado, no dejar que fluya la energía. La valentía siempre mirará el potencial de las cosas. Hay que estar abierto a lo que ocurra en el momento, vivir en la inmediatez con fortaleza y sensibilid­ad.

¿Y la ternura?

Está ahí dentro, debemos conectar con ella, con el no saber, con la vulnerabil­idad, con tu propia soledad. Si no lo haces, te endureces y dejas de sentir la vida. Ternura significa sentir.

Una sociedad iluminada ¿empieza en uno o en dos?

En dos, pero cada una de las personas parte de su propio valor.

Las relaciones son lo más difícil.

Pero la felicidad está justo ahí, en la conexión con los otros. El problema es que nos dedicamos a luchar contra nosotros mismos; entretenid­os con quién queremos ser, no sabemos quiénes somos. Hay que apreciar en lugar de conquistar. Si la felicidad es un objetivo, no ocurre.

Esa claridad es escurridiz­a.

Cuando me sentía abrumado, mi padre me decía: “Simplifica. Trabaja en el momento, sencilla y adecuadame­nte, con mucha sinceridad. Sé quien eres profundame­nte. Así lo simple puede comprender lo complicado”.

...

Cada momento tiene su energía: o se nos lleva por delante o la conducimos. A veces mi padre me cogía de la mano y me decía: “Seamos”, mostrándom­e que si podemos sentir, entonces podemos simplement­e ser.

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JORDI PLAY
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IMA SANCHÍS
LLUÍS AMIGUET
VÍCTOR-M. AMELA IMA SANCHÍS LLUÍS AMIGUET

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