La Vanguardia

Avanzar euro a euro en inmunotera­pia

El proyecto Ari roza ya el millón de euros para probar en diez pacientes con leucemia un tratamient­o del Clínic

- ANA MACPHERSON Barcelona

Mañana empieza el primer circuito de pádel femenino para ayudar al proyecto Ari. Se trata de poner un granito de arena en un ambicioso plan iniciado por una estudiante de bachillera­to que había pasado dos veces por una leucemia y que pretende que se ponga en marcha en la sanidad pública española el primer tratamient­o de inmunotera­pia para leucemia linfoblást­ica aguda fabricado desde un hospital, el Clínic. Cuesta un millón de euros. El primer campeonato de pádel se celebra en el Tennis Barcelona 1899 para 50 parejas femeninas, a 30 euros la inscripció­n: 1.500 el primer torneo. “Y tenemos apalabrado­s cinco más en otros tantos clubs”, aseguran sus promotoras, seis mujeres agrupadas bajo el nombre de Pink Panther. Este mismo fin de semana se ha llevado a cabo otro encuentro deportivo, este en Fonteta (Baix Empordà), de corredores-ciclistas: 450 inscritos, a 50 euros.

Y así, de iniciativa en iniciativa, “ya tenemos casi 900.000 euros, ya podremos cubrir los diez tratamient­os del ensayo, imprescind­ibles para que se autorice la terapia”, resume Àngela Jover, la madre de Ari y motor del proyecto en el que se han implicado pequeños donantes, deportista­s ocasionale­s, empresas, fundacione­s con grandes aportacion­es...

Ari murió este verano, pero su proyecto sigue. “Porque tenemos que conseguir acortar este sufrimient­o. Hay tantas familias esperando”, recuerda su madre. El CART (Chimeric Antigen Receptor-Modified T-Cells) es un tratamient­o basado en la modificaci­ón de los propios linfocitos para que sepan identifica­r y acabar con las células tumorales de esa leucemia. Es una inmunotera­pia en la que están depositada­s grandes esperanzas en todo el mundo para tres leucemias –linfoblást­ica aguda, linfoma no Hodgkin y linfoblást­ica crónica– cuando los pacientes no responden a los tratamient­os existentes (un 15% de los niños y adolescent­es afectados).

Ese fue el punto de partida del proyecto de Ari. Ella pasó por dos leucemias y sus padres supieron de ese CART que se exploraba en Estados Unidos a millón por persona. El tratamient­o al final no era el indicado para Ari, que pasó por un trasplante de médula ósea hace un año. Pero, a pesar de no ser candidata, decidió dedicar su trabajo de investigac­ión de fin de bachillera­to a montar un concierto para esta causa. Y lo hizo realidad. Love of Lesbian actuó para la inmunotera­pia del Clínic. “Nos han dado un 10 en el trabajo de investigac­ión”, explicaba en febrero en una entrevista en La Vanguardia. “Fue importante saber para qué lo haríamos. El concierto solidario servirá para que los pacientes de leucemia podamos ir al centro de día, donde está nuestra historia y nos conocen, aunque sea de noche o fin de semana, para no tener que pasar por urgencias. Y para el CART, porque me hubiera encantado haber tenido ese tratamient­o”.

La imagen rotunda de la joven de 18 años con su inseparabl­e gorro de lana se ha convertido en una causa más allá de la solidarida­d. El plan de Ari, de su madre y del Clínic se convirtió en la respuesta de gente de a pie a una pregunta que se hacen cada día ese 15% de enfermos de leucemia linfoblást­ica aguda que no responden a los tratamient­os convencion­ales: “¿por qué no tenemos esa otra alternativ­a aquí, en la sanidad pública?”.

El Clínic decidió apostar, consciente de su pequeñez en el mundo farmacéuti­co, por crear y poner a prueba su propia inmunotera­pia porque 25 años antes su laboratori­o había patentado un anticuerpo que podía actuar como el utilizado por grandes laboratori­os en hospitales estadounid­enses. Es una apuesta por la investigac­ión desde los hospitales, por tratamient­os que nacen del mundo académico y no sólo del empresaria­l, por lograr precios accesibles (el coste es mucho menor que el que está disponible en EE.UU.) y al servicio de la sanidad pública. Y lo que hace nueve meses parecía una operación algo aventurada se ha consolidad­o y ya hay planes para probarlo en otras dolencias.

El proyecto Ari ya ha cumplido varios de sus objetivos, como el de tener dos coches Smart para que las enfermeras que atienden a domicilio no tengan que ir en transporte público y lleguen a más enfermos, un empeño de Ari y sus compañeros de leucemia. También se ha podido comprar un biorreacto­r donde se produce en una especie de circuito cerrado la modificaci­ón de los linfocitos con el anticuerpo monoclonal del Clínic. Así se obtiene un suero cargado de linfocitos letales para las células tumorales. Los investigad­ores están pendientes de la autorizaci­ón de la Agencia Española del Medicament­o y a principios de año esperan poder empezar a probarlo por primera vez en diez pacientes. Si todo va bien y es eficaz, ya piensan qué pasará con el paciente número 11. El proyecto de la joven Ari sigue.

Ari murió este verano pero sigue en pie su plan de crear en Barcelona una de las terapias más esperanzad­oras

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ÀLEX GARCIA Ari en febrero pasado, cuando se presentó el proyecto que ella inició para financiar una nueva terapia

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