La Vanguardia

El Barça saca el genio y rompe el largo maleficio de Anoeta (0-1)

El Barça supera el maleficio de Anoeta 10 años después en un partido incómodo

- ANTONI LÓPEZ TOVAR San Sebastián

La pócima que terminó con la maldición de Anoeta tuvo un sabor horrible. Fue un partido feo, tácticamen­te rico al principio y desconcert­ante después, resuelto por un penalti que encamina el paso del Barcelona a las semifinale­s de la Copa del Rey. Como si fuera un ritual de exorcismo, romper el maleficio no resultó fácil ni agradable, pero representa un refuerzo anímico para un equipo que ha flirteado con el desahucio y ahora ha recuperado la estela de los títulos.

El recibimien­to al autocar blaugrana en Anoeta fue extraordin­ariamente hostil. La afición donostiarr­a esgrime numerosos agravios. Ciertament­e, si el año tiene 365 días y 8.760 horas el partido se disputó en el peor momento para un socio de la Real Sociedad, en vísperas de San Sebastián y en plena cena tradiciona­l previa a la Tamborrada. Es como un encuentro a la hora de tu boda. Tampoco el árbitro, González González, al que se le recriminan diferentes daños y perjuicios, era del agrado local. De manera que el duelo comenzó caliente a pesar del clima gélido, con unas gradas resabiadas y una Real abalanzada sobre la portería de Cillessen.

El conjunto donostiarr­a se estructuró de manera muy dinámica, con todos los efectivos destinados a la presión más que a mantener una organizaci­ón posicional. Eusebio Sacristán es realmente generoso e innovador desde el punto de vista táctico, pero el Barcelona pronto comenzó a amenazar explorando pasadizos entre las líneas adversaria­s para amansar el ímpetu donostiarr­a. Puesto que todos pugnaban por la propiedad del esférico, de inicio abundaban las imprecisio­nes y, paradójica­mente, las posesiones eran breves por ambos bandos. La pólvora debía marcar las diferencia­s, una materia de la que el Barça está bien provisto.

Luis Enrique decidió alinear a Umtiti, Digne y Rakitic. Las tres titularida­des del croata desde el 3 de diciembre han sido en la Copa del Rey. El equipo no pudo adquirir un control claro del centro del campo, donde Busquets protagoniz­ó un par de pérdidas tan innecesari­as como arriesgada­s, pero tampoco transfirió el dominio. La única oportunida­d donostiarr­a en el primer acto quedó restringid­a a un disparo de Illarramen­di desde la frontal desviado a córner por Umtiti. También el Barça sufrió la escasez de oportunida­des, pero la picardía de Neymar compensó la sequía. Elustondo picó el anzuelo y derribó al brasileño cuando le había recortado en el área. Messi volvió a regalarle el lanzamient­o como en el partido del Camp Nou contra el Athletic y Neymar convirtió el penalti de manera impecable, ajustado al palo derecho de Rulli cuando el portero se había lanzado al lado contrario. Un gol en campo contrario en una eliminator­ia, y todavía más si se trata de Anoeta, tiene más valor que las angulas de la cena de San Sebastián.

Persistió la pugna, dura pero alejada de las áreas, hasta el descanso. Messi se retiró a la caseta indignado con el árbitro que le acababa de obsequiar con una amonestaci­ón al considerar que había retrasado deliberada­mente el servicio de una falta. Recibe patadas a centenares y el argentino recibió una amarilla por una nimiedad. En fin, González González. También el Barça tiene un expediente de actuacione­s funestas de ese colegiado.

En la reanudació­n André Gomes relevó a Iniesta, más tarde Denis Suárez, que la temporada pasada facturó dos goles con el Villarreal en Anoeta, cogió el sitio de Rakitic y el partido se descontrol­ó. Pudo definir Neymar, pero el control se le fue largo y Rulli pudo abortar una magnífica oportunida­d, con lo que el equipo de Eusebio y su público pudieron mantener la moral elevada. La protesta fue atronado-

DE PENALTI Neymar provocó el penalti de Elustondo y lo convirtió con un lanzamient­o impecable EL PÚBLICO La afición local, enojada por el horario, se mostró extraordin­ariamente hostil con el Barça y el árbitro LO MEJOR, EL TRIUNFO Fue un partido desagradab­le como un ritual de exorcismo pero confirma una buena serie de resultados

ra cuando el árbitro indicó un fuera de juego inexistent­e de Zurutuza cuando se había quedado solo en el segundo palo tras la ejecución de una falta lateral.

Todo era un tanto caótico. Había más orden en la Tamborrada que desfiló antes del partido por la pista que circunda el terreno de juego que sobre el césped. La calidad, al menos táctica, que imperó en el primer tiempo se desvaneció en el segundo, cuando la Real buscó imponerse por ímpetu y el Barça pareció pasivo y conformist­a. Corrió peligro el conjunto de Luis Enrique en una penetració­n de Elustondo concluida con un remate demasiado cruzado. En el área contraria, Rulli tuvo que esforzarse en una doble salida, primero a pies de Suárez y después a los de Neymar. Lo que pareció penalti terminó en una tarjeta para el brasileño por simularlo. Destellos en medio de un desorden que sólo se puede justificar en el resultado.

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DAVID RAMOS / GETTY Presionado. El argentino Lionel Messi trata de burlar la oposición del centrocamp­ista de la Real Sociedad Illarramen­di

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