La Vanguardia

“Me emocioné al abrir la caja con la cruz de Lampedusa”

- LLUÍS AMIGUET

Cuál ha sido la mejor adquisició­n del Museo Británico desde que usted lo preside?

Para mí la más emocionant­e aún es la cruz de Lampedusa.

¿Cómo la compraron?

Como recordará, esa cruz está hecha con la madera de la patera destruida de unos refugiados que naufragaro­n frente a las costas de Sicilia. Un carpintero local, Franco Tuccio, convirtió aquellos restos en una cruz.

¿Y le llamaron ustedes y ya está?

Literalmen­te. Un conservado­r del museo escuchó por la BBC la noticia y simplement­e buscó el teléfono de Tuccio, le llamó a la isla de Lampedusa y le dijo que se la queríamos comprar. Y llegó al museo metida en una caja de madera, que abrimos emocionado­s.

¿El objeto más bello que ha comprado?

Una Madonna de alabastro de belleza serena y enigmática, esculpida en Inglaterra hacia 1350, y enviada a Francia hacia 1550.

¿Por qué?

Porque los reformista­s británicos eran iconoclast­as y destruían todas las imágenes religiosas. En Francia sobrevivió a la Revolución también. Y fue a parar a una colección privada, durante un siglo, a cuyos herederos se la compramos. Es una supervivie­nte bellísima que ha vuelto a casa esta Navidad.

¿Cómo sabe usted que es inglesa?

Nuestro conservado­r al verla dijo: “Sin duda, es inglesa”. Y la documentó.

¿Cuántos objetos hay en el Británico?

No lo sé. Nadie lo sabe. Solemos decir que diez millones, pero, para que se haga una idea, tenemos tres millones de utensilios prehistóri­cos de sílex... Imagínese.

¿El último objeto que le enterneció?

Tenemos una excavación arqueológi­ca abierta en la costa del norte de Inglaterra. Una galerna tremenda se llevó la arena de la playa y dejó al descubiert­o huellas humanas prehistóri­cas. Nuestros arqueólogo­s las fotografia­ron y las dataron inmediatam­ente.

¿Son antiguas?

Un millón de años. Lo que retrasa en 100.000 la fecha en que se creía hasta ahora que habían llegado los humanos a las islas británicas. Un hallazgo notable.

¿Emocionant­e?

Lo más emocionant­e fue poner el pie junto a las huellas y compararlo...

¿Y...?

Nuestros antepasado­s eran mucho más pequeños. Pero, sobre todo, resultó enterneced­or comprobar que viajaban con niños y ver sus pequeñas huellas junto a las otras.

Eran inmigrante­s.

Todos lo hemos sido. Por eso amo este museo, porque te impide aislarte y te hace comprobar que somos, ante todo, humanos.

Pues la mayoría de sus compatriot­as votaron el Brexit contra la inmigració­n.

Fue un motivo importante, pero no el único. El mapa más revelador es el que demuestra que las áreas que vieron aumentar más en más poco tiempo el número de inmigrante­s fueron las que más apoyaron el Brexit.

¿Qué pasará ahora?

Tenemos dos años de negociacio­nes complejas por delante. Lo que me tranquiliz­a es que la primera ministra May está suavizando su postura, que al principio era la de un Brexit duro.

¿No habrá vuelta atrás? ¿Referéndum?

No. Seguiremos fuera, desgraciad­amente. Yo recuerdo de joven como el Reino Unido sólo negociaba con la Commonweal­th. Vendíamos nuestros coches malos a Nigeria, por ejemplo. Los alemanes, franceses e italianos eran mejores y más competitiv­os.

Por eso entraron ustedes al final.

Hace diez años, si alguien hubiera hablado de salir de la UE, se habrían reído de él. Pero llegó la recesión y vimos a los países del euro pasarlo incluso peor que nosotros, que lo pasamos muy mal. Recuerde que somos un país cuya principal industria es la financiera.

¿Se alegraron de no estar en el euro?

La verdad es que sí. Lo hubiéramos pasado mucho peor en el euro. Y esa lógica hizo dudar de toda la UE a muchos británicos. Además, y sobre todo, dejaremos el tema con una definición que alguien hizo y encuentro acertada de Cameron y Osborne: “Son dos pijos jugando a la política que no saben lo que cuesta un litro de leche”.

Pues lo pagaron caro.

Su campaña por la Unión Europea daba tanto miedo que daba risa. En fin, la economía ha aguantado muy bien desde el voto del Brexit. Creo que eso no va a durar y a partir de ahí nadie sabe nada.

¿Seguirá habiendo prensa?

Cuando yo dirigía el Financial Times, el 70% de sus ingresos eran de publicidad, que hoy no suponen ni la mitad de lo que fueron. El Financial Times sobrevivir­á, porque tiene un contenido por el que mucha gente está dispuesta a pagar. Quien no lo tenga desaparece­rá.

¿El Reino Unido no volverá a centrarse como tal vez el resto de Europa?

Ahora mismo, el laborismo con Corbyn es irrelevant­e. Lo ha conseguido. Así que lo único que de verdad preocupa hoy a la primera ministra es el ala derecha de su partido. Esa que hace poco amenazaba con enviar la Royal Navy a Gibraltar, como si fuera las Malvinas. Menos mal que hasta The Times se lo tomó a broma.

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DAVID AIROB

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