La Vanguardia

‘Business is business’

- Quim Monzó

Durante décadas nos han machacado el cerebro con campañas de conciencia­ción de la importanci­a de reciclar de manera correcta: tenemos que separar en casa la basura que generamos, de forma que ahora hay cocinas y galerías donde a duras penas puedes caminar de tantos cubos diferentes como hay. La materia orgánica va al contenedor marrón. El rechazo al gris. Al amarillo van los envases de plástico, los tapones de las botellas y las latas. Al verde, las botellas de vidrio. Y al azul los papeles y los cartones; que después recogerán para beneficio propio los chorizos que se dedican a vaciarlos, convenient­emente equipados con furgonetas que llenan a rebosar.

Pues la gente no hace suficiente caso. La Unión Europea exige que haya un 50% de reciclaje neto (sin mezclas) y en Catalunya a duras penas llegamos al 30%. Lo han denunciado en el Parlament la CUP y Catalunya Sí que es Pot, que, conjuntame­nte con una treintena de entidades, pidieron que el modelo de gestión de residuos cambie. Ya puestos, pidieron también la dimisión de Josep Maria Tost, director de la Agència Catalana de Residus, porque –opinan– su gestión es nefasta. Marta Subirà, secretaria de Medi Ambient i Sostenibil­itat del Govern, les respondió que la petición es absolutame­nte desafortun­ada y fuera de lugar, porque el objetivo del 50% que marca la Unión Europea no es aún vigente, y no lo será hasta el 2020.

¿Y cómo va a hacer caso la ciudadanía de esa voluntad de separar la basura si, luego, lee noticias como la que publicaba Luis Benvenuty el miércoles en La Vanguardia? El gobierno municipal de Barcelona acusa a la empresa Fomento de Construcci­ones y Contratas (FCC) de haberse dedicado a mezclar los residuos de los contenedor­es –¡ya selecciona­dos por los ciudadanos!– para que así la recogida les saliera más a cuenta. Es decir: tú te esfuerzas en poner la orgánica en el contenedor marrón; el rechazo en el gris; los envases de plástico, los tapones de las botellas y las latas en el amarillo; las botellas de vidrio en el verde; los papeles y los cartones en el azul y, después, ellos lo juntan todo en un único montón. Sin contar con que, de los trastos viejos que tenemos que bajar a la calle un día determinad­o de la semana para que los lleven a los vertederos, se deshacen de cualquier manera.

Los tenientes de alcalde Janet Sanz y Jaume Asens dicen que es un golpe duro a años de campañas de conciencia­ción social. No se equivocan. –¿Envàs, on vas? –Fote’l on et roti! FCC ha convertido en realidad lo que hasta ahora era un simple chiste que a veces explicaba la gente, sin creerse que nunca pudiera pasar. Creo que, después de eso, nadie dudará de los motivos por los que, en su serie, Tony Soprano es, oficialmen­te, consultor de una empresa de gestión y reciclaje de basura.

Sobre todo reciclad correctame­nte, que un ojo superior os vigila

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