La Vanguardia

Pilar y Jazmine

- Quim Monzó

Si lo de presentars­e como hija de Dalí le falla, ¿cuál será la próxima argucia de Pilar Abel?

El currículum de Pilar Abel, la señora que se proclama hija de Dalí, es impresiona­nte. En el 2005 leyó Soldados de Salamina y presentó una querella contra Javier Cercas porque, en la novela, encontró un personaje que, según explicaba, estaba basado en ella, y se sentía injuriada y calumniada, motivo por el que le reclamaba 725.000 euros. El personaje es una pitonisa de televisión llamada Conchi y que viste minifaldas ajustadas y tacones de aguja, indumentar­ia que Abel también utilizaba cuando trabajaba en Televisió de Girona como vidente y tarotista, con el nombre de Jazmine. Los argumentos de defensa de Cercas y su abogado, Carles Monguilod, fueron siempre que Soldados de Salamina es una ficción en la que los personajes son fruto de la trama. Finalmente, la Audiencia de Girona decidió que Cercas no había injuriado a la vidente y que no tenía que pagarle ni un euro: “Las expresione­s que aparecen en el libro no contienen datos suficiente­s para identifica­r a la persona a la que se refieren”.

Abel reaparece en los medios de comunicaci­ón pocos años después, cuando la policía la detiene como sospechosa de un delito de estafa contra una clienta suya, de Besalú. Esta señora entró en contacto con ella durante la época en la que se hacía llamar Jazmine. Tenía problemas personales y pensó que esa vidente podría ayudarle a solucionar­los. Como Jazmine vio que la mujer pasaba por momentos de debilidad, le pidió datos personales que supuestame­nte necesitaba para auxiliarla. La mujer se los dio. Al cabo de unos meses vio que le llegaban facturas telefónica­s de una línea fija que no había contratado. Fue a una tienda de telefonía a ver qué pasaba y vio que la dirección de esa línea era la de la pitonisa donde había ido a visitarse hasta meses antes, cuando se hartó, cansada de que los supuestos beneficios que tenía que darle la vidente no aparecían por ningún sitio.

Inasequibl­e al desaliento, estos últimos años, Abel se dedica a remover cielo y tierra para intentar demostrar que es hija de Dalí, motivo por el que pide la exhumación del cadáver del pintor. Sebastià Roig explica que hace años se paseaba por Figueres un hombre con barretina y bigotes en punta, que afirmaba ser hijo ilegítimo de Dalí: “El intento no pasó nunca del despropósi­to”. Explica también que Dalí no quería tener hijos: “Me causaría horror tener un hijo, porque sería un cretino. Todos los hijos de genios son una catástrofe. No quiero tener ninguno porque no sabría qué hacer con él”. Narcís Bardalet, el hombre que embalsamó a Dalí, dice que exhumar ahora el cadáver para sacar muestras de ADN es “surrealist­a”. Según él, es mucho menos complicado sacarlas del padre oficial de Abel, que también está muerto. Con lo que se apresuraro­n en 1989 a poner a Dalí en la cripta y colocarle encima una losa pesadísima, sólo faltaría que ahora tuvieran que levantarla por Jazmine. Tras el testamento en el que cedía la mayor parte de su obra al Estado español, corrió el rumor de que, en un momento determinad­o del entierro, el entonces alcalde Marià Lorca dijo: “Va, tapémoslo rápido, no sea que también se nos lo lleven a él”.

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