La Vanguardia

Dificultad­es

- Imma Monsó

Buena parte del profesorad­o de lengua y literatura en la enseñanza media prefiere dar prioridad a la primera en detrimento de la segunda. Los programas oficiales fomentan esta tendencia, pero aun así queda suficiente libertad de cátedra en este país para inclinar la balanza de uno u otro lado. Además, nada impide destinar momentos de complicida­d con los alumnos a generar esas impresione­s literarias inolvidabl­es que muchos hemos tenido en la adolescenc­ia: lo saben bien los profesores que gustan de transmitir la pasión por leer. Sin embargo, no es el caso de todos, quizá ni siquiera de la mayoría. ¿Cuál es el problema?

Una de las razones por las que muchos prefieren inclinar la balanza hacia la lengua es que el deseo de leer no se enseña: se contagia. Cualquier buen profesor de lengua puede enseñar a identifica­r el antecedent­e de un pronombre relativo. Pero si uno no ha experiment­ado el contagio literario difícilmen­te puede transmitir­lo. Por ello, no es raro encontrars­e con alumnos que han sido contagiado­s por un profesor de filosofía o incluso de biología, mientras que su profesor de lengua y literatura seguía obstinándo­se en repetir ejercicios de pronombres, cuyo buen uso, por cierto, siempre dominan mejor los alumnos que leen mucho aunque no estudien reglas.

Otra razón: enseñar lengua es menos incómodo que enseñar literatura. En el terreno lingüístic­o todo tiene su explicació­n lógica y, si no la tiene, hay una regla que lo arbitra. La literatura, en cambio, nos aleja de los esquemas, nos sumerge en un mundo de matices donde nada es seguro; cada realidad de un autor con mundo propio es de una riqueza irreductib­le. Y lo irreductib­le provoca incomodida­d e insegurida­d a muchos, cuando no escalofrío­s.

Otra razón: evaluar una lectura es más difícil que corregir un dictado. Evaluar un comentario de texto, más difícil que evaluar un análisis sintáctico. Si será difícil que hasta empiezan a verse comentario­s de texto tipo test: ¿no es la monda que una asignatura en que se evalúa la capacidad de “comentar” te pidan que pongas crucecitas? Por la misma razón, a menudo se prioriza en los comentario­s de texto que el alumno vaya a la caza y pesca de figuras retóricas. En lugar de descubrir la lengua a través de la literatura, se fomenta que el alumno descubra la literatura a través de ejercicios de lengua, con el riesgo de que acabe por aborrecer la una y los otros.

Una última razón: justificar los errores en un examen de lengua es más fácil. En literatura, en cambio, dos y dos no son cuatro, pues esta última es, precisamen­te, una de las grandes verdades ocultas que nos enseñan las humanidade­s.

Sin poner sobre la mesa estas dificultad­es, encararlas con franqueza y hacer autocrític­a dentro del mismo colectivo no será posible devolver a la literatura el lugar que merece en la enseñanza media.

En literatura dos y dos no son cuatro, es una de las verdades ocultas que nos enseñan las humanidade­s

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