La Vanguardia

Mucha Catedral para el Girona

El dominio de los catalanes no se tradujo en goles y dos despistes decidieron

- ALBERT BASSAS Bilbao. Servicio especial

El Girona sigue aprendiend­o de lo que significa jugar en Primera División. Ayer, en San Mamés, aprendió una nueva lección: que los errores se pagan muy caros. Dos despistes, dos goles. Y todo eso sin hacer un mal partido ni salir asustado por el rival –el Athletic Club– ni por el escenario –ni menos ni más que la Catedral– donde, por caprichos del calendario, les tocó hacer el primer desplazami­ento en la máxima categoría del fútbol español.

Fieles al estilo y también al once que tantos buenos resultados les había dado en las dos primeras jornadas –Machín alineó a los mismos jugadores por tercera semana consecutiv­a y los dispuso de igual manera con su 3-4-2-1–, los gerundense­s plantaron cara desde el inicio y consiguier­on llevar el peso del partido también lejos de Montilivi. La diferencia es que, en esta ocasión, el dominio no se tradujo ni en oportunida­des claras ni en goles, como sí que había pasado en los primeros partidos. Ni siquiera pudieron inquietar la portería visitante desde la distancia, mediante chuts lejanos y poco peligrosos de hombres como Borja o Granell. Pocos recursos, sin duda, para romper la imbatibili­dad de un Atlhetic Club que ayer con Iago Herrerín, sustituto de un Kepa griposo, volvió a dejar la portería a cero.

Pero más allá de esto, ayer el equipo aprendió otra lección: que los equipos grandes necesitan muy poco para hacerte mucho daño. Es lo que pasó al minuto 24 cuando este mismo Athletic que hasta entonces había ido todo el rato a remolque del Girona, se avanzó en el marcador gracias a un gol de Iker Muniain. Disfrazado de 9, Muniain se adelantó a Bernardo para rematar a bocajarro sobre la portería de Iraizoz, que ayer volvía a la que había sido su casa los diez últimos años.

El gol dejó muy tocados a los gerundense­s, más desdibujad­os a partir de aquel momento. El equipo se impacientó, con numerosas imprecisio­nes en la zona de creación. Y esa falta de toque en medio del campo cambió por completo la dinámica de un duelo que se decantó todavía más hacia el lado bilbaíno en el inicio de la segunda parte cuando encajó el segundo gol, un minuto después de que el Girona desperdici­ara la oportunida­d de empatar con un chut blando de Granell. Aduriz, que había sido duda durante toda la semana por problemas de lumbalgia, sentenció rematando una pelota que Iñaki Williams se llevó en una lucha con Aday.

Buscando el milagro, Machín sacudió el equipo en los últimos minutos, cambiando toda la banda derecha y sentando a Maffeo i Portu –muy desdibujad­o– por Kayode y Mojica. Pero nada cambió e incluso Merino todavía habría podido ampliar la victoria local enviando una pelota al palo en el minuto 90. El castigo, entonces, habría resultado excesivo.

EL RETORNO DE IRAIZOZ El portero, que volvía a la que fue su casa en los diez últimos años, no pudo hacer nada en los goles

 ?? LUIS TEJIDO / EFE ?? Muniain marcó el primer gol del Athletic y lo celebró de esta manera
LUIS TEJIDO / EFE Muniain marcó el primer gol del Athletic y lo celebró de esta manera

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