El bebé enseña carácter

El titubeante proyecto barcelonista necesitaba un triunfo como el de ayer, de carácter y de mérito. El Barça, que todavía es como un bebé que empieza a caminar, que cae, se levanta, recae y vuelve a alzarse, ha de llenar pronto el zurrón de la fe y vencerle al Madrid en su pista supone una inyección de confianza indispensable. Y más si llega gracias al trabajo defensivo y a un buen hacer colectivo, con un evidente equilibrio entre el juego interior y el exterior y con más de un jugador tocando las teclas correctas. Capítulo aparte merecen Seraphin, un martillo pilón de la canasta blanca en varias fases, el francotirador Moerman y un Sanders que emergió en el tramo clave. Como complementos, gotas de veteranía de Tomic y de Navarro (para más adelante habrá que esperar que despierte Hanga, que se embolsa 2,5 millones de euros por temporada y no se manifiesta en ataque). Si entran los triples y por dentro se produce una notable aportación el Barcelona se transforma en un conjunto muy diferente al de anteriores derrotas sonrojantes.

Para las próximas semanas y meses quedará qué quiere ser de mayor este equipo de Sito Alonso. Si el que pierde con estrépito con contrincantes de medio pelo tanto en España como en Europa o el que se convierte en un rival temible, capaz de avasallar al Olympiacos y al Panathinaikos y de someter a un Real Madrid que, pese a sus bajas, está poco acostumbrado a que le tosan y menos al abrigo de su afición. El Barça no tiene un Doncic, está claro, pero sí puede exponer un juego coral al que le urge armarse de convicción y de moral para aspirar a ser un conjunto sólido. Lo más importante de batir al Madrid fue hacerlo en un contexto muy igualado, de poder a poder, y sin desesperarse ante algunas ayuditas arbitrales que recibieron los blancos. Ahora, el objetivo del Barcelona es adquirir regularidad y mejorar porque tiene todavía mucho margen.