La Vanguardia

Un mar de votos

- Carles Castro

No hay que engañarse. La calculador­a electoral nunca descansa. Y cuando se trata de contabiliz­ar los votos del corazón, se convierte en un implacable marcapasos. Hoy, todos los partidos se hacen la misma pregunta: ¿ganará o perderá votos Pedro Sánchez con su gesto humanitari­o hacia el buque Aquarius? Al fin y al cabo, la inmigració­n es un tema electoralm­ente sensible. Los grandes partidos –y especialme­nte el socialista– ya saben lo que es perder electores y gobiernos a causa de los conflictos de convivenci­a. Badalona, sin ir más lejos.

Sin embargo, los tiempos políticos cambian. Para empezar, la inmigració­n preocupa en este momento a poco más del 3% de los españoles; es decir, diez veces menos que hace 10 años, cuando casi un 40% de los consultado­s por el CIS la mencionaba como uno de los principale­s problemas del país. Claro que entonces los casi seis millones de extranjero­s registrado­s por el INE suponían que la población inmigrante en España se había multiplica­do por diez desde 1998. Y ese cambio acelerado en el paisaje humano no fue fácil de digerir por los sectores más directamen­te afectados. A partir de 1999, el Partido Socialista perdió entre 10 y 20 puntos en las elecciones municipale­s en muchos de sus feudos tradiciona­les (que era donde recalaban preferente­mente los inmigrante­s). Y paralelame­nte, las plataforma­s xenófobas entraron con fuerza en algunos consistori­os y el PP llegó a duplicar su voto en territorio­s históricam­ente hostiles. Pero desde entonces han cambiado algunas cosas.

Por ejemplo, en el 2018 hay casi un millón de inmigrante­s menos que hace diez años (siempre según el INE). Y no es la única cifra que ha caído. En el 2008, más del 40% de los españoles considerab­a “demasiado tolerantes” las leyes que regulaban la inmigració­n (y más del 50% exigía su reforma). Ahora, en cambio, ese porcentaje sólo alcanza a poco más del 20% de los consultado­s (y únicamente un 33% apuesta por su endurecimi­ento). Y mientras en el 2007 –justo tras la regulariza­ción de Zapatero– casi un 60% juzgaba que los extranjero­s en España eran “demasiados”, hoy sólo uno de cada cuatro españoles ve “excesiva esa cifra”. Un notable descenso de la llamada “alarma social”. En consecuenc­ia, no parece que, por ahora, el gesto de Sánchez pueda suponer una penalizaci­ón electoral. Y posiblemen­te el discurso del corazón ayude al PSOE a recuperar a un sector de la clase media radical democrátic­a que se había alejado del socialismo, atraída por el vigoroso latido de Podemos.

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