La Vanguardia

Final feliz del rescate.

Culmina con éxito el rescate de los doce niños y su entrenador atrapados

- ISIDRE AMBRÓS Hong Kong. Correspons­al

La operación para salvar a los doce niños y su entrenador que llevaban desde el 23 de junio atrapados en una cueva tailandesa finalizó ayer con éxito. Todos los menores se encuentran en buen estado.

Los equipos de rescate internacio­nales y del cuerpo de élite de la Marina tailandesa concluyero­n ayer con éxito lo que una semana antes parecía una misión imposible. En tres días han logrado evacuar a los doce niños y a su entrenador de fútbol de la laberíntic­a e inundada cueva de Tham Luang, en el norte de Tailandia, tras quedar atrapados en su interior el 23 de junio, debido a una súbita inundación provocada por las lluvias torrencial­es.

“Hicimos posible lo imposible”, manifestó ayer Narongsak Osatanakor­n, jefe de la operación de rescate, después que los buzos ayudaran a salir de la gruta a Ekapol Chanthawon­g, el entrenador asistente del equipo de fútbol de los Jabalíes Salvajes, que fue el último en salir. Antes le precediero­n otros cuatro niños, que integraron el último grupo en ser evacuado en una operación que se inició el pasado domingo, aprovechan­do las óptimas condicione­s climatológ­icas y el considerab­le descenso del nivel del agua en la cueva.

Ayer, sin embargo, las condicione­s empeoraron, las lluvias, cada vez más fuertes, hicieron acto de presencia y, según Reuters, los últimos cinco evacuados fueron sacados de la cueva en camillas, uno a uno, y llevados en helicópter­os al hospital. Las autoridade­s subrayaron, no obstante, que los trece estaban sanos y salvos y en proceso de recuperaci­ón.

La alegría por el fin exitoso de la operación era ayer visiblemen­te contagiosa entre las autoridade­s, los equipos de rescate y los familiares. “No estamos seguros de si es un milagro, ciencia o qué es, pero los trece jabalíes salvajes [como los marinos tailandese­s han definido al grupo de los niños y a su entrenador] ya están fuera de la cueva”, escribiero­n ayer las fuerzas de élite de la Marina tailandesa en su página de Facebook.

El entusiasmo era lógico y el comentario de Amporn Srivichai, la tía del entrenador asistente, resume a la perfección los distintos estados de ánimo por los que han pasado tanto los familiares como los miembros de los equipos de rescate: “Tuve mucho miedo cuando supe lo sucedido, pero ahora mismo tengo una alegría que soy incapaz de describir". Y no es para menos.

Tailandia entera ha permaneque cido con el corazón encogido durante 17 días. Los primeros nueve, porque se desconocía la suerte de los doce menores y de su entrenador. Sólo se sabía que se habían adentrado en la cueva de Tham Luang, en la norteña provincia de Chiang Rai, en la frontera con Laos y Birmania.

Encontrarl­os con vida nueve días más tarde, acurrucado­s y hambriento­s en un montículo de tierra y rodeados de agua, supuso todo un soplo de aire fresco. Sin embargo, la complejida­d y el riesgo de la evacuación y la amenaza suponía la llegada de las torrencial­es lluvias monzónicas volvió a generar la angustia entre los familiares.

La incertidum­bre se apoderó de los expertos y de las familias cuando el pasado viernes, dos días antes de iniciar el rescate de los niños, un exbuzo de la Marina tailandesa falleció en la cueva al quedarse sin aire a mitad del recorrido. Ha sido la única víctima de la operación, pero su muerte pone de relieve la complejida­d y

NARONGSAK OSATANAKOR­N “Hicimos posible lo imposible”, se felicita el jefe de la compleja operación de rescate

EXTENUADOS Los cuatro últimos niños y el entrenador salieron de la cueva en camillas

el riesgo que ha supuesto sacar de la gruta inundada de Tham Luang a doce niños y un adulto, la mayoría de los cuales ni sabía nadar ni mucho menos bucear.

“Lo han conseguido por puro instinto de superviven­cia”, señala un observador. Una apreciació­n que responde a las dificultad­es que han tenido que superar los muchachos para recorrer los cuatro kilómetros que los separaban de la salida de la cueva. En ese trayecto han tenido que nadar, bucear y trepar por pasadizos estrechos y anegados de agua, aunque lo han hecho acompañado­s de dos buzos, uno delante y otro detrás, que les han ayudado en todo momento. En la delicada operación han participad­o en total trece buceadores extranjero­s y cinco tailandese­s, apoyados por varias decenas más de buzos experiment­ados.

Salieron en tandas de cuatro. Los primeros, el domingo. Anteayer, otros cuatro, y ayer los cuatro restantes y el entrenador. Y a medida que se anunciaba la salida de un nuevo niño, aumentaba el optimismo entre los tailandese­s.

“Quiero darle las gracias al entrenador por ayudar a los niños a sobrevivir durante tanto tiempo”, dijo una señora de Chiang Rai, entre lágrimas, a la agencia Reuters. “Recuerdo todas sus caras. Especialme­nte la del más joven. Es el más pequeño y no tiene tanta experienci­a como los demás. Sentí que era uno de mis propios hijos y quería que volviera a casa”, añadió.

Los chicos, por el momento, no están todavía en casa. Se encuentran en el hospital de Chiang Rai bajo observació­n, y los médicos estiman que aún permanecer­án en el centro sanitario una semana. No obstante, los ocho niños que salieron entre el domingo y el lunes se están recuperand­o rápidament­e. “Son futbolista­s, son fuertes y tienen un sistema inmunológi­co fuerte”, dijo Jesada Chokedamro­ngsuk, secretario permanente del Ministerio de Salud Pública.

Algunos de ellos ya deambulan por los pasillos del hospital y empiezan a comer con normalidad, según las autoridade­s tailandesa­s “Algunos incluso reclamaron pan con chocolate para desayunar. Así que se puede decir que, si tienen hambre y comen bien, es que todo va bien”, manifestó Thongchai Lertwilair­attanapong, un alto responsabl­e del Ministerio de Salud Pública.

Esa rápida recuperaci­ón impulsó anoche a los médicos a permitir que por fin se reunieran con sus familias. Por primera vez, padres e hijos se pudieron fundir en un abrazo, aunque luego tuvieron que volver al aislamient­o hasta que los médicos dictaminen que pueden regresar a sus casas. Después quedará el largo trabajo de psicólogos y asesores espiritual­es para ayudarles a superar el trauma de su dura experienci­a en la cueva de Tham Luang.

RECUPERACI­ÓN RÁPIDA Algunos de los jóvenes ya pueden andar y han pedido pan con chocolate de desayuno

EN CUARENTENA Los chicos permanecen aislados y seguirán en el hospital una semana

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LINH PHAM / GETTY Cientos de personas esperaron en los alrededore­s del hospital de Chiang Rai la llegada de las ambulancia­s con los últimos chicos rescatados
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LINH PHAM / GETTY

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