La Vanguardia

La ignorancia pluralista

- Josep Maria Ruiz Simon

La pregunta sobre las razones de la obediencia al poder tiene una larga tradición. En general, se acepta que nadie puede dominar si no cuenta con un apoyo voluntario. Este apoyo puede ser el de la opinión favorable de los ciudadanos o, para poner un caso extremo y tópico, el de guardias pretoriana­s como las que servían a los emperadore­s romanos. En cualquier caso, como señaló Etienne de La Boétie en El discurso sobre la servitud voluntaria (1548), ni siquiera las tiranías dependen exclusivam­ente de la fuerza que puede aportar un grupo de militares incondicio­nales. Según el amigo de Montaigne, no acostumbra­n a ser las armas las que sostienen el tirano, sino la complicida­d entre este y los cinco o seis confidente­s con quienes comparte los placeres y los botines, unos confidente­s que, a su vez, y también por medio del interés, dominan a seisciento­s individuos más, que dominan a otros seis mil y así sucesivame­nte, tejiendo la gran red de aquellos para los cuales la tiranía resulta más provechosa que la libertad. Esta red de intereses reales o aparentes de la que habla La Boétie ejemplific­a, como el caso del poder que se apoya en la opinión pública o el caso extremo de las guardias pretoriana­s, el principio general según el cual no se puede ejercer el poder sin un apoyo voluntario externo. La Boétie no menciona ninguna excepción a este principio. Pero Karl Polanyi sí que lo hizo en Personal Knowledge (1958), donde describe

Según Karl Polanyi, todo el mundo detestaba a Stalin, pero cada uno temía que de no obedecerlo sería castigado

lo que, a su entender, pasaba en la Unión Soviética en los últimos años del gobierno de Stalin. Según Polanyi, todo el mundo detestaba al dictador. Pero este gobernaba sin el apoyo voluntario de nadie.

Como ya señaló Barry Barnes, la cuestión de si la descripció­n que Polanyi hace de los últimos años del régimen de Stalin se correspond­e con los hechos es irrelevant­e. Lo que interesa es la hipótesis que lo acompaña y por medio de la cual explica que Stalin pudiera mantener el poder en tales condicione­s. Esta hipótesis dice que es posible que un grupo de individuos obedezca a una persona que ejerce el poder sin que ninguno le dé un apoyo voluntario si cada uno supone y teme que, en caso de no hacerlo, como de hecho todos querrían, los otros castigaría­n su desobedien­cia cumpliendo las órdenes del superior. La literatura relaciona esta explicació­n con lo que los psicólogos sociales denominan “ignorancia pluralista”, un concepto que se usa para describir los procesos en que los sujetos creen erróneamen­te que tienen percepcion­es o creencias diferentes de las del grupo al que pertenecen y ocultan, por miedo a las consecuenc­ias de la disidencia, su posición. Como pasaba en el entorno de Stalin, donde todos los que detestaban en su fuero interno al dictador, expresaban unánimes tanto en público como en privado su sentimient­o de lealtad hacia él. El cuento El vestido nuevo del emperador de Hans Christian Andersen, en que se admira un vestido que no existe, fabula un caso de ignorancia pluralista. Pero no hace falta leer cuentos de hadas para encontrars­e con poderes que pasean vanidosos su desnudez gracias a este peculiar mecanismo psicológic­o.

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