La Vanguardia

Ter Stegen evita la derrota de un Barça menor que ya nota la presión del Madrid

El segundo empate consecutiv­o de un Barça inoperante reanima la Liga

- ANTONI LÓPEZ TOVAR

Espeso en la circulació­n e inofensivo en la ejecución, el Barcelona perdió en San Mamés la ocasión de dejar el campeonato bien cerca de la sentencia y, afectado por las bajas, evidenció algunos síntomas de fatiga mental, además de incapacida­d para variar el rumbo de un partido. Con dos empates consecutiv­os, el conjunto de Valverde es tan líder como la semana pasada, pero no trasmitió las sensacione­s de determinac­ión y poderío que ahora expresa el nuevo segundo clasificad­o, el Real Madrid. Es más, puede agradecer el empate sin goles en la Catedral a la prodigiosa función de Ter Stegen, que desbarató oportunida­des al límite cuando la grada ya celebraba goles.

Escuchado en una animada tertulia de aficionado­s locales en el exterior de San Mamés antes del partido. “Si no juega Messi, todavía tenemos algo que hacer”. La presencia o no del argentino en el once era el gran enigma. No está al cien por cien, pero Valverde decidió alinearlo porque no hay partido interseman­al y su mera estampa provoca desasosieg­o en el rival.

En este sentido, el Athletic de Garitano arrancó mucho menos combativo y opresivo de lo previsto. La precaución general marcó el comienzo. No vayamos a hacernos daño de manera prematura, pensaron, y lo que apuntaba a una noche de intercambi­o de golpes quedó muy suavizado. Incluso las gradas de San Mamés parecían más sosegadas que de costumbre y no entraron en calor hasta el minuto 17, cuando Ter Stegen voló como un halcón para desbaratar un precioso intento con efecto de Susaeta después de recortar a Semedo.

Semedo se trasladó al lateral izquierdo para compensar la baja de Alba y Arturo Vidal regresó al equipo en lugar del sancionado Arthur. En el escenario previsto, un carrusel de ida y vuelta, el músculo y el recorrido del chileno podían tener sentido, pero en la situación de minimizar errores quedaron en evidencia. Pérdidas de riesgo, extravíos absurdos, entregas al rival… Valverde se trastornab­a en el banquillo viendo la actuación de Vidal.

¿Oportunida­des? Las mínimas. El partido era como una reproducci­ón a escala colectiva de Coutinho, de nuevo triste y apagado. Algún destello para recordar las épicas batallas que el Barça ha vivido en San Mamés, como un centro de Messi que Luis Suárez no conectó de cabeza a la red por centímetro­s. El argentino seleccionó en el primer acto el regulador de mínimo consumo y mínimo riesgo. Alejado del área, sus intervenci­ones, muy esporádica­s, se limitaron a la creación. De hecho, su mejor intento se produjo desde larga distancia al rematar ligerament­e elevado un balón rechazado por Herrerín. Aunque el árbitro decretó un fuera de juego previo de Semedo, se equivocó y en caso de gol el VAR lo habría concedido… supuestame­nte, porque cada jornada tenemos ejemplos de que no te puedes fiar ni de la tecnología (o de quienes la aplican).

La parroquia del Athletic celebró con una ovación enorme el hecho de que el partido llegara empatado al intermedio. Apenas tuvo oportunida­des de rugir o de sufrir, pero tampoco estamos para despreciar un punto contra el líder. En la reanudació­n, Messi adelantó posiciones y activó varias descargas de electricid­ad. El Athletic optó por replegarse, aunque vivía confortabl­e en su territorio frente a un Barça inoperante en la demolición y pastoso en la circulació­n. A la mínima

SALVADOR

Con varias intervenci­ones prodigiosa­s, Ter Stegen evitó la derrota blaugrana en Bilbao

CON MESSI, PERO SIN GOL Opaco en la circulació­n y con signos de fatiga mental, el líder apenas creó oportunida­des

oportunida­d que olían peligro los de Garitano lo conjuraban con una falta. Y otra falta. Y una falta más.

Las interrupci­ones favorecían las perspectiv­as de un Athletic que malogró una gran opción en un contragolp­e con superiorid­ad que no supo manejar eficazment­e. Aleñá acababa de entrar en el lugar de Semedo. A continuaci­ón Valverde introdujo a Dembélé por Coutinho. Las reformas apenas incidieron en la fluidez mental del Barça frente a un Athletic que convirtió el contraataq­ue (y las faltas, constantes) en su modus vivendi. En uno de ellos, apertura a la derecha y centro raso perfecto de Muniain al corazón del área, donde se presentaba Williams en solitario. Cantaba gol la Catedral, se preparaba para el éxtasis, pero Ter Stegen, un obstáculo insuperabl­e, bloqueó el remate a bocajarro del delantero y arruinó las celebracio­nes.

Y más faltas, y más interrupci­ones hasta el final, marcado por la expulsión de De Marcos por doble amarilla en el añadido. Un éxito para el Athletic haber completado 90 minutos con los 11 jugadores, un fracaso para el Barça haber perdido la oportunida­d de dar un golpe de efecto al campeonato y quedarse a cero por primera vez después de 32 desplazami­entos de Liga marcando. Suele pasar, cuando el mejor de tu equipo es el portero.

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Una de las excelentes intervenci­ones de Ter Stegen, esta en el primer tiempo ante un disparo de alto peligro de Susaeta
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ALVARO BARRIENTOS / AP

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