Frenar para preservar valores
El filósofo Santiago Alba Rico inaugura el curso del centro Cristianisme i Justícia
Vivimos unos momentos de aceleración propiciada por la economía capitalista y por las nuevas tecnologías que nos mantiene prisioneros y no nos permite prestar atención a los otros cuerpos. Es el momento de frenar y estar atentos. Hay que preservar el valor de las cosas. Este es el diagnóstico y la respuesta del filósofo Santiago Alba Rico a la situación actual y este fue el eje de su lección inaugural (¿Qué debemos preservar?) del curso 2020-21 del Centro de Estudios Cristianisme i Justícia (CJ), el pasado lunes en Barcelona.
Santiago Alba (Madrid, 1960) es un escritor, ensayista y filósofo de izquierdas, autor entre otros libros de Capitalismo y nihilismo o Ser o no ser (un cuerpo) y vive desde hace veinte años en Túnez. Debido a la pandemia su charla se hizo por videoconferencia, con 180 participantes que después pudieron trasladarle preguntas a través de Xavier Casanovas, presidente de CJ.
El ponente reconoció que la pandemia había interrumpido el cosmopolitismo del que “disfrutábamos” una parte de la sociedad y nos había proporcionado “minutos de lucidez”, que precisamente habían ralentizado nuestros cuerpos. Pero alertó también del peligro de caer en la frustración y de volcarnos en el confinamiento tecnológico. “No podemos bajar del tren, sino que desde dentro tenemos que accionar el freno de emergencia. El campo de batalla es el de los valores”. Y de aquí el título provocador de la charla, defendiendo la necesidad de preservar o conservar, más que de cambiar.
También recalcó que “los seres humanos no vamos ganando, la historia se está imponiendo como una apisonadora y la única manera de preservar la vida pasa por establecer un nuevo contrato social en el que tiene que estar casi todo el mundo”. Preguntado por las posibilidades de una alianza entre personas de buena voluntad, resaltó la necesidad de “buscar el mestizaje ideológico”, ya que “no nos podemos permitir tener la razón exclusiva, según nuestro pack ideológico y personal.” Con respecto al diálogo entre los cristianos y las diversas posiciones ideológicas, afirmó: “Me preocupa que la izquierda, tradición de la que yo provengo, busque en el cristianismo a un enemigo fácil cuando lo que tiene es un aliado difícil”. Y también recordó a los cristianos más lúcidos que el diálogo es siempre complicado.
Santiago Alba hace un llamamiento a “combatir aquello que nos impide estar atentos”. Se lamenta de la grave erosión que sufren la razón, amenazada por la simultaneidad; la imaginación, que sería lo contrario de la fantasía, y la memoria, sustituida por los archivos digitales (“ya ni recordamos los poemas o las canciones”). Y clama contra el “capitalismo del consumo que quiere convertirlo todo en caprichos (lo que pretende nuestra voluntad) y considera reaccionario lo que nos viene dado por la naturaleza (por Dios). Incluso advierte y dice que tenemos que estar atentos para no convertir los momentos de silencio en prácticas funcionales, recordando a Borges, quien ante unas interferencias decía: “Le escucho pero no le oigo”.
La charla y el debate lo cerró con la mención a una pintada que vio en una calle de Buenos Aires: “Dejemos el pesimismo para tiempos mejores.
“Me preocupa que la izquierda busque en el cristianismo a un enemigo fácil cuando tiene un aliado difícil”