El monte no ha de ser una reserva para emergencias
La parcelación del terreno, el descuido en su mantenimiento y la falta de certificación de la madera lastran su rentabilidad
MARTA LÓPEZ ■ El terreno forestal gallego está excesivamente parcelado. Las 1.400.000 hectáreas de bosque arbolado que hay en la comunidad autónoma se dividen entre nada menos que 700.000 propietarios, una circunstancia derivada, dicen los expertos, de las sucesivas particiones testamentarias que se han venido llevando a cabo en los últimos decenios. El monte no es un recurso vivo a juicio de los propietarios, sino una reserva, «un banco ao que acudir cando hai unha emerxencia», explicaba Luis García, director de Fonteboa, en el Foro Voz celebrado en O Couto dedicado, precisamente, a este sector. Las conclusiones de los expertos en la materia son claras: ni se está explotando como debería, ni se están aprovechando sus potencialidades. A este respecto, es muy preocupante la falta de madera certificada en Galicia, y que buena parte de los empresarios tienen que recurrir a la importación para abastecerse en sus negocios. Manuel Beiro Lago, ingeniero forestal especializado en procesos de certificación, indica que el desconocimiento es el principal causante de que solo una mínima parte del terreno cuente con esas garantías de calidad. «Non suporía un esforzo extraordinario para os produtores», indica Beiro, y los beneficios serían incontables. Para empezar, influiría a la hora de tasar sus ejemplares, que subirían considerablemente en valor de cara a los compradores. El empresario zasense Perfecto Fuentes, que ha especializado su negocio en la fabricación de tapones de ambientadores, tiene que lidiar con esta carencia de forma prácticamente diaria. Se le exige la utilización de maderas certificadas, y a menudo tiene que recurrir a aserraderos lugueses para cubrir su demanda. El proceso de transición no es demasiado complicado, siempre y cuando se elija formar parte de un grupo de certificación y realizar estos trámites en conjunto. Contar con un instrumento de gestión aceptado por las autoridades pertinentes, adaptarse a los dictámenes ecologistas y adoptar unos determinados modelos silvícolas (por lo general incompatibles con el sistema minifundista típico de Galicia) son los requisitos básicos para poder certificar. El precio del trámite no es barato, «pero en todo caso non supera o euro por tonelada», explica Beiro.
El coste de tramitación no supera en ningún caso el euro por tonelada
El proceso para certificar. El ingeniero Manuel Beiro Lago está especializado en los procesos de certificación. Son costosos, dice, pero el beneficio a largo plazo es considerable.