70 AÑOS DE CASADOS
ISABEL II Y FELIPE DE EDIMBURGO ES UNA PAREJA PECULIAR, DISTANTE, ENFRENTADA A AVENTURAS EXTRACONYUGALES. Y A PESAR DE TODO, CELEBRAN SU ANIVERSARIO UNIDOS.
La REINA ISABEL y FELIPE DE EDIMBURGO acaban de celebrar sus siete décadas de matrimonio.
Una corona no basta para mantener realmente unido un matrimonio, de modo que solo el deber no explica la complicidad que después de 70 años aun fortalece el vínculo entre la reina Isabel II (91 años) y Felipe de Edimburgo (96). Es esta una pareja extraña en muchos sentidos, antagónica en sus personalidades, inapropiada incluso para las exigencias de la realeza británica. Ella estaba destinada a ocupar el trono; él era un oficial de la Marina con aire de galán, perteneciente a una rama desarraigada y empobrecida de la nobleza europea, y de ascendencia germánica, lo que en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial era casi un estigma. El candidato a consorte parecía a todas luces inadecuado, sin embargo, Jorge VI dio su bendición a los novios al descubrir que se amaban con auténtica pasión, un atributo muy inusual en las relaciones de palacio.
DOS PASOS POR DETRÁS
Pocos años después de su boda (el 20 de noviembre de 1947), ambos entendieron que necesitarían mucho más que eso para que su intimidad no terminara en
La reina aceptó la otra vida de su marido
fracaso, dinamitada por las exigencias de la monarquía y por el orgullo y las infidelidades de Felipe. «No soy más que una maldita ameba, el único hombre en el país que no puede dar sus
apellidos a sus hijos», llegó a confesar el duque de Edimburgo durante una reunión con periodistas. Como explica la biógrafa real Ingrid Seward en su reciente libro My Husband and I: The Inside
Story Of 70 Years Of Royal Marriage, «en público, Felipe tuvo que controlar su fuerte naturaleza competitiva para ser capaz de caminar dos pasos por detrás de su esposa. Tuvo que dejar de lado sus otros muchos intereses para convertir a la reina en el centro de su vida. Podría haber sido un rol imposible para un hombre de su temperamento: brillante, enérgico, obstinado y obsesionado con su imagen masculina. La reina, sin embargo, comprendió instintivamente lo que necesitaba y siempre ha tratado de asegurarse de que se sienta dueño de su propio hogar».
Puede que las concesiones de Isabel para que su matrimonio sobreviviera lle-