ME PUDO LA PASIÓN
DEJARON UN TRABAJO ESTABLE PARA VIVIR DE LO QUE LES GUSTA
Han pasado ya doce años desde que Alfonsina (Rosario, Argentina, 1973) desembarcó en un rincón de la Costa da Morte. Fue en Cee y allí le esperaba un trabajo como ginecóloga en un joven hospital, el Virxe da Xunqueira. Aterrizó en la localidad coruñesa junto a su marido, también ginecólogo, su hija de 4 años y embarazada de ocho meses. «El trabajo se ofrecía porque nadie quería vivir en una zona costera, donde llueve más de la mitad del año». Alfonsina dejaba así Argentina para establecerse en una vida que le resultó apacible. «Tenía un horario cómodo, con guardias pasivas. Me vi con horas libres y sin mucho más que hacer que estar en casa». Ese fue el motivo por el que esta ginecóloga, que alegraba a sus pacientes en quirófano con música, empezó a indagar en una actividad que llevaba dentro, en lo más hondo de sus recuerdos. «Debido a mi carrera, no tuve acceso a ninguna afición durante años. En la situación en la que estaba rememoré un privilegio: las horas que pasaba con mi abuela y su máquina de coser, así que decidí comprarme una». Lo que no sabía doctora «de vocación» es que con esa simple decisión empezaba a alejarse cada vez más de los pasillos del hospital, de las batas blancas, de los quirófanos y de sus queridos pacientes. «Busqué en el pueblo, sin resultados, a una modista que me enseñase, así que decidí formarme con un método online de patronaje de una academia de Madrid. Te enviaban 24 fascículos y un teléfono para resolver dudas. Tardé un mes en hacerlo y a día de hoy creo que no me ayudó en absolutamente nada. Pagué dos mil euros y me sentí estafada». El primer intento de adentrarse en la costura fue por lo tanto desalentador, pero Alfonsina no lo dejó. «Vi por Internet que una tienda de A Coruña enseñaba patchwork. Fui a un curso de un fin de semana y conocí a profesionales que estaban en mi misma situación. Tenían un blog y decidí unirme a su comunidad online».
¿OPERAS O COSES? En sus comienzos en el patchwork y la costura no había mayor ambición que aprender y pasar el rato, pero poco después se fue asomando una profesión. Lo que era «un plan B» para Alfonsina adquirió la categoría de «A». Tanto que tomó una decisión no apta para cualquier persona con una pizgocio. ca de vértigo: dejar su trabajo como ginecóloga en el Sergas para convertirse en una quilter (profesionales que hacen mantas y costura creativa) de primer nivel.
«Aunque vivas en un pueblo, puedes montar una empresa con tu afición y poner un pie en el mercado. Pero no todo está tras la pantalla de un ordenador. Tienes que salir y estar donde se mueve la industria si quieres tener éxito. Ya no podía seguir con mis obligaciones como doctora. Tuve que elegir entre ir a los festivales, dar clase por el mundo enseñando mis productos o hacer guardias de fin de semana. ¿Tú qué harías?», pregunta sonriente. Visto con la perspectiva de los años, a Alfonsina le salió bien dejar el hospital por su auténtica pasión. No solo empezó a coser y a responder a encargos, esta argentina desarrolló un método de aprendizaje online que a día de hoy es una referencia internacional. Es una quilter online y forma a personas de todo el mundo. Algo que precisamente ella no encontró en su momento. «Hay mucha gente con una máquina de coser en casa, queriendo aprender más, sin tiempo de ir a clase o que está a mucha distancia. Así que me puse a hacer vídeos, explicando cómo hacer lo que había aprendido. Y no solo en lo referente a la máquina. También a nivel de neesta Hay mucha gente que ha emprendido siguiendo mis pasos. Es algo que me estimula mucho», explica con entusiasmo. Facebook y YouTube son plataformas fundamentales para impartir sus conocimientos, pero Alfonsina también da clases de forma presencial por todo el mundo. «Actualmente estoy en Estados Unidos, en Texas, mejorando la percepción de mis productos y aprendiendo mucho de los grandes de la industria. Conociendo también a sociedades de quilters donde me siento identificada. Estoy viajando contantemente, conociendo a gente con mucha pasión: esto no es solo para mujeres mayores, como se
cree a veces. Hay jóvenes artistas que tienen mucha pasión en lo que hacen. ¡He aprendido tanto desde que compré mi máquina de coser!».
A día de hoy, Alfonsina se reconoce «feliz», aunque la distancia de sus constantes viajes le obliga a organizar su vida al milímetro. Son muchas las ocasiones en las que está a miles de kilómetros de sus hijos. «Hace poco leí que la mejor madre es la que menos se necesita. Con los teléfonos es fácil estar en contacto, aunque a veces la diferencia horaria con ellos es matadora. Soy consciente de que para la sociedad es más fácil entender que un hombre se embarque o se marche lejos a trabajar en lugar de que sea la madre la que tiene que salir. Esto también ayuda a mis hijos a ver no solo la igualdad en la que los hemos criado, sino que no hay barreras lo suficientemente altas para tapar una visión, una vocación». De estos años de experiencia, Alfonsina extrae conclusiones como que necesitaría y desearía haber tenido más formación sobre cómo poner en marcha una empresa. Aunque a día de hoy su lugar de trabajo es el mundo, no olvida que tiene un taller en su casa, en Cee, al que podría sacar más rendimiento y atender los encargos que le llegan para realizar sus propias colchas. Todo esto sigue en una mente inquieta que, si algo tiene claro, es que cada uno debe luchar por su pasión. «’Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes’, es una frase que me costó tiempo entender. Si quieres dedicarte a lo que te gusta, tienes que pensar en grande, en una empresa que pueda crecer. Y también formarte porque estarás haciendo trabajos para los que no estás preparado», comenta una mujer que, cuando decidió dejar su trabajo como ginecóloga en el Virxe da Xunqueira tenía ya más citas marcadas en su calendario del mundo del patchwork y la costura que guardias en el hospital. «Soy más feliz. Me gusta expresarme tal cual soy».
ALFONSINA URIBURU
DE MÉDICO A QUILTER Tuve que elegir entre dar clase e ir a festivales por el mundo y las guardias en el hospital. ¿Tú qué harías?”