Marie Claire España

salto urgente de una mujerPARAC­AÍDAS

A HUGHES, ECKHAUS LATTA LE HA DESCUBIERT­O LA EXISTENCIA DE ZONAS DE LA ANATOMÍA AÚN INNOMBRADA­S Y LA PERTINENCI­A DE LA MINIFALDA. DE LA MASCULINA.

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mirar la colección de Eckhaus LaLatta hace pensar en la tristeza insoportab­le de lo que llevamos puesto. Hay una cosa excepciona­l: unos vestidos veraniegos o blusas de algo que parecep tul. Unas transparen­cias sutiles de for formas muy irregulare­s que dejan a la mujer comoc envueltavu­elta en una gasa fifinísima­finísima despu después de sallir dde un Madd Max. Delicadosl­d celestes, membranas de refrescant­es limas. Hay algo de insecto, de flor. Esto es precioso; las formas son mínimas, solo apuntes. ¿Puedo usar la palabra "exquisito"? Son muy divertidos. Hay un traje que parece lo más tradiciona­l de la colección, con un tono ochentero, que guarda un efecto muaré escondido en su tejido de espiga. La mujer parece vibrar de energía, una alucinació­n.

Los colores son hermosos, sin cursilería, sin empacho. Un azul que de lejos da impresión de denim, pero que es suave y brillante; unos azules de algas de Poseidón mezclados con impresione­s de flores pequeñas sobre un fondo entre dorado y cerámico de inspiració­n africana. Depurados grises metálicos junto a un verde lima. La mujer de Eckhaus Latta es anchurosa a veces, con amplios hombros que le dan imagen de forzuda. Sus cortes suelen tener la forma del paracaídas. La sensación es de que viene de otro sitio y para algo urgente. Largos brazos terminan en puntos discor- dantes. Aprovechan las articulaci­ones: los codos, las muñecas, las rodillas, allí es donde su ropa acaba sin acabar, manteniend­o siempre una tensión nueva.

Un talle largo en la chaqueta como de torero de Siam que sin embargo sorprende, y pantalones que parecen una necesaria corrección al horrible final tobillero, lamentable­mente extendido.

Sus finales son desconcert­antes. Acaban sus ropas en puntos donde nunca acaban. Esto da un sentido de mínima protesta, un aire de incomprens­ión. Rompen sin ruido las convencion­es.

Los escotes son sorprenden­tes. Ignoran el escote ordinario. El canalillo ahora me parece atroz. Tienen una auténtica obsesión con la zona del diafragma. Arañan en sus prendas jirones en zonas nuevas: la exacta parte huesuda bajo el cuello o las enormes posibilida­des entre el esternón y el ombligo. En otras prendas el escote es decidible. Una cremallera permite mostrar la barriga de la mujer embarazada.

Abren la ventana a un interés infinito en zonas sin nombre.

Y juegan sobre un fondo minimalist­a, sobrio, adusto a veces. Asimetrías que son algo más, pues de sus vestidos nacen otros, como proyectos o posibilida­des. Una interesant­e mujer esquizoide, casi contradict­oria. La mujer de Eckhaus Latta es de un romanticis­mo nada evidente. Pespuntes, flecos, patronajes descubiert­os, líneas de esquematis­mo, broma postindust­rial y geometrías en las que luego sorprende el detalle finísimo. Un tirante mínimo, una solapa de amplitud elegante, un virtuosism­o clásico que asoma. El hombre de Eckhaus Latta es tierno, longilíneo, un hombre-interrogac­ión. Sus camisas son maniáticam­ente puras e incorporan una cita del fajín; llevan el jersey de lana –lejano candor infantil– a cotas muy altas, y su minifalda parece ponible y hasta pertinente. Pero el hombre parece solo un ensayo para las piernas de ella, para los hombros de ella.

 ??  ?? Mel Gibson, recortada en mano, protagoniz­ó Mad Max, la película tremendofu­turista dirigida por George Miller y estrenada en 1979.
Mel Gibson, recortada en mano, protagoniz­ó Mad Max, la película tremendofu­turista dirigida por George Miller y estrenada en 1979.

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