Mas Alla Monografico (Connecor)
¿ENCUENTROS OVNI EN EL ÉXODO BÍBLICO?
“Al tercer día, a eso del amanecer, hubo truenos y relámpagos, una espesa nube sobre la montaña y un sonido muy fuerte de trompeta; y todo el pueblo, que estaba en el campamento, temblaba” (Éx.19,16). Moisés se acercó hasta el pie de la montaña, comprobando que Yavé había descendido en medio del fuego. “Moisés hablaba y Dios le respondía con el trueno” (Éx.19,19). Una vez recibió las Tablas de la Ley, el profeta de los israelitas descendió del Sinaí con la cara radiante, tras haber conversado con Yavé. ¿Acaso presentaba quemaduras en su rostro?
Este relato, así como otros extraídos del Éxodo que aluden a una “zarza ardiente”, a una “columna de fuego”, etc., han hecho especular a bastantes ufólogos que, quizá, Moisés fue realmente un contactado que mantuvo encuentros con una entidad extraterrestre que se hizo pasar por Dios para ejercer un control más efectivo sobre el “pueblo elegido”.
Es lo expuesto por Ricardo Santander Batalla en su obra ¿Fue Jehová un cosmonauta? (1975). Refiriéndose al episodio de las Tablas de la Ley recibidas por Moisés, aduce que “él creyó sinceramente que se las dio una divinidad ‘celestial’, puesto que dicho individuo se desplazaba por el aire. Me asiste la seguridad de que se las entregó un ser con apariencia extraña, por lo menos para la rudimentaria mentalidad de Moisés, al enfrentarse con un individuo supercivilizado”.
Por su parte, Salvador Freixedo, en su conocida obra Israel, pueblo contacto (1985), afirmó sin rodeos: “Creo que
Yavé era un ‘extraterrestre’ del mismo género de los que hoy se les presentan a miles de conciudadanos nuestros”.
Similar punto de vista es compartido por Juan José Benítez, quien en Los astronautas de Yavé (1980) considera que hubo una “Operación Redención” orquestada por una expedición extraterrestre, cuyo fin fue seleccionar y controlar a determinados individuos y familias. Así fue cómo “crearon” la nación israelita, aislándola del resto de pueblos. Un plan que, según Benítez, culminaría siglos después con el nacimiento de un ser excepcional con atributos suprahumanos: Jesús.
“Aquella magna operación no podía fructificar si los patriarcas primero y el pueblo elegido después no recibían con claridad la idea de un Dios único, soberano y poderoso. (...) Sin esa noción básica de la existencia de un solo Creador, el pueblo escogido para la encarnación del Enviado no habría sido útil”, señala el ufólogo navarro. Raymond Drake también siguió esa estela ufológica en su libro Dioses y astronautas en el antiguo Israel (1981): “El más asombroso comentario sobre el Éxodo, la esclavitud de un pueblo extranjero, su liberación por un héroe incitado por un Dios con celestiales prodigios, conducido durante el día por una nube y de noche por una columna de fuego, es que la prueba de tal odisea proceda no de los teólogos o de los mismos judíos sino de nuestra ciencia del espacio, especialmente de esos ovnis que rondan hoy nuestro firmamento”, sostuvo.