El gran temor de los deportistas
Tras SUFRIR UN PARÓN, el miedo a volver a pasar por esa experiencia puede afectar a su rendimiento.
MMUCHAS LESIONES no solo dejan cicatrices físicas en el cuerpo de los deportistas. El temor a vivir de nuevo una situación similar, al dolor y a la inactividad forzosa que conlleva la recuperación puede anidar en el ánimo del atleta. “El miedo suele mermar el rendimiento, porque provoca inseguridad y parálisis emocional”, explica Laura García Agustín, psicóloga clínica, divulgadora y coach deportiva. “Al dudar de las propias capacidades o del propio cuerpo, las emociones pueden jugar malas pasadas. Y el miedo es ese tipo de respuesta emocional que nos hace sentirnos inseguros y nos adelanta posibles catástrofes o inconvenientes insalvables. Aprender a gestionarlo con exposiciones controladas y hacer una buena regulación de esta emoción nos convierte en personas y deportistas más resilientes”.
Eso implica que, dependiendo del tipo de lesión y de cómo la asuma el deportista, además del tratamiento de rehabilitación física podría necesitar otro de tipo emocional.“Cuando un deportista sufre una lesión, lo primero que hacemos con él desde el punto de vista psicológico es ponerle palabras a lo sucedido, es decir, construir un relato de los hechos y de las sensaciones vividas con técnicas de ‘debriefing’ o ventilación emocional”, nos cuenta Laura.“Dependiendo de esa evaluación diseñamos un plan de intervención”.
Según la especialista, si tras haber superado una lesión un deportista siente miedo o inseguridad, es necesario pedir ayuda a un experto cuanto antes. Pero también hay otras estrategias sencillas y prácticas que puede practicar por sí mismo.“Ponerle palabras a las emociones, a lo que se ha sentido. Contarlo. No guardarse las sensaciones por miedo a ser juzgado o por hacerse el fuerte”, explica la coach. “Y exponerse lo antes posible a la situación. No encerrarse en sí mismo, ni posponer los entrenamientos o la actividad deportiva, si así se lo permiten los médicos. Evitar las situaciones temidas complicará la recuperación”.
Laura García Agustín también recomienda una tarea que ha bautizado como ‘el tarro de los logros’. Consiste en ir anotando en papeles de colores los objetivos conseguidos cada día (cualquier mínimo progreso que se haya logrado) e ir guardándolos en un bote de cristal. Al final de la semana se abre y se leen los logros. Una forma sencilla de reunir el refuerzo emocional necesario.