Preparando el terreno

Con su habitual sensibilidad, Andrés Iniesta nos está preparando el terreno para poder digerir mejor una noticia indigerible. Nos está preparando y se está preparando. Como si, antes de soltar la gran bomba, nos quisiera alertar de forma preventiva que la onda expansiva será potente. Como si necesitara verbalizarlo para asumirlo, como parte del proceso de meditación. Una nueva muestra de generosidad de un futbolista honesto que lleva meses lanzando mensajes para ayudarnos a parar el golpe. Lo echaremos de menos. Y viceversa.

La cuenta atrás está en marcha. La activó él mismo y, por mucha campaña que montemos los que nos gustaría que se lo repensara, me temo que no hay nada que hacer. Iniesta se ha ganado poder elegir su camino. Y lo está haciendo en base a algo tan natural como él, cuando siente que el paso del tiempo puede afectar a su magia.

Si existiera un 0,1% de posibilidades de que continuara en Barcelona, sería obligatorio explorar esa vía. El Camp Nou ya lo ha hecho y lo hará, sus compañeros empiezan a rogarle que no los abandone y desde los despachos del club ya tardan en intentarlo, aunque sea sin convicción. Todo acabará siendo un gran brindis al sol, reciclable en muestras de homenaje y cariño a un futbolista único que, más allá de coleccionar títulos y marcar goles históricos, ha sido uno de los puntales del estilo que ha convertido al Barça en una marca global, aparte de haber sido una fuente de lecciones de vida con su comportamiento y actitud, dentro y fuera del campo. Jugador ejemplar, en todos los sentidos.

Si su cabeza no le plantea un giro radical, Iniesta cogerá un tren chino lleno de oportunidades para él y su familia. Lo hará con una pena parecida a la que sintió cuando dejó Fuentealbilla hace más de 20 años. Tomará una decisión valiente, para crecer. Merecería irse levantando un Triplete. Como se fue Xavi. Como una gran leyenda del Barça