Salen los hombres de ayer

Cuesta mucho rebobinar en periodismo. Bien mirado, cuesta muy poco. Por la sencilla razón de que la actualidad destruye pronósticos, análisis previos, vaticinios precipitados. Hemos pasado agosto aturdidos por el fin del Barça tal como lo habíamos conocido en este siglo. La eliminatoria con el Real Madrid fue penosa. La marcha de Neymar causó estupor y disgusto entre el barcelonismo. Uno de los mejores jugadores del mundo se iba al PSG del qatarí multimillonario y el Barça reaccionó gastándose una cifra desproporcionada por Dembélé. Salieron los hombres de ayer para echar a los de hoy y hacerse con el poder de mañana. Son de ayer. Han pasado. Las tres victorias consecutivas de los de Valverde han modificado los argumentos y la corrección política. Los nueve puntos y el liderazgo pueden ser muy efímeros, bien que lo sabemos. Pero invitan a reflexionar que las proclamaciones categóricas son siempre exageradas en el fútbol. La maquinaria para arrebatar el poder no se ha dado cuenta que el Barça tiene un gran equipo. Cuando se ganaba por 5-0 al Espanyol el sábado por la noche los profesionales de echar a la Junta seguían cantando lo de “Bartomeu dimisión”. No quiero pensar si a estas alturas primigenias de la Liga el Barça estuviera a cuatro puntos del Madrid que acampa ahora en el séptimo lugar. Lo de más arriba habría descendido a los infiernos. Es la realidad la que hace cambiar los puntos de vista y no son los hechos los que se adaptan a los desastres y catástrofes previos. Sería ingenuo pretender que el Barça hará una gran temporada. Pero también sería absurdo negarlo de entrada. Esta noche, Messi volverá a medirse con Buffon en el estreno de la Champions. Una victoria no significaría un paseo triunfal ni una derrota una humillación. La Juventus es uno de los grandes y el Barça también. Un gran equipo es el presente y el futuro inmediato avalado por una historia que no se puede borrar. No estamos tan mal para proponer un cambio radical