Corporativismo del VAR
Con todo lo confuso que resulta el protocolo del VAR, si una cosa hemos aprendido, jornada tras jornadas hasta llegar a la 23, es que la implantación de la tecnología en el fútbol está siendo gravemente mediatizada por el corporatismo arbitral.
Desde la sala de imágenes, más que justicia, lo que se pretende es no dejar en evidencia al árbitro del partido, de manera que en situaciones absolutamente flagrantes se ampara el error en lugar de corregirlo. Un colegueo con el que debe acabarse.
El VAR, como concepto y supuesta intención, es un avance. Un cambio radical que, en general, fue recibido con satisfacción pero está en entredicho por la manipulación que el protocolo hace de la evidencia. Puede, es verdad, que tecnológicamente no esté desarrollado en su mejor versión pero lo que le pone en cuestión es su protocolo de interpretación.
No entendimos este invento como un instrumento para justificar la decisión de los colegiados equivocados, sino para impartir justicia y, por eso, el absentismo del VAR (de los que están a los mandos del VAR) en jugadas, por ejemplo, de penalti clamoroso convierte es gris lo que es blanco o lo que es negro. El videoarbitraje exige una evolución inmediata