Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)
El jugador número cien
No ha habido partido del Athletic, pero en la calle todos hablan de un rojiblanco, internacional ya, un tal Kepa Arrizabalaga
Cien. Un número redondo. Kepa Arrizabalaga se ha convertido en el jugador número cien del Athletic en vestir la zamarra de la selección española. Un uno y dos ceros. Suena a número binario. A deshojar margaritas: sí, no, sí, no, sí ... Qué nervios. Unos y ceros. Más bien huele a ceros, muchos ceros, los que llevan su contrato en un futuro cercano. Y solo quedan menos de cincuenta días para que sus representantes negocien con quien quieran, libremente, sin ataduras rojiblancas. Lo de Kepa, quizás el mejor portero salido nunca de la factoría de Lezama, huele mal, muy mal.
Cien. Una cifra simbólica. Un número que a Josu Urrutia le encantaría colocar en un documento que sirva de cláusula de protección de Kepa ante el interés de algunos clubes europeos por el portero de Ondarroa. Un uno y dos ceros, qué tontería. Cien millones ya no lo son. Pero el orden importa.
Dos ceros seguidos de un tiempo en el agente secreto de su majestad, cualquier número seguido de varios ceros puede ser mucha cantidad de dinero, demasiado para dejarte vencer por el romanticismo del amor a unos colores que no son el verde del vil metal. Cien. Dos ceros. Ceros redondos. Círculos perfectos. Pozos sin agua. Caídas infinitas. Agujeros negros capaces de trazar Lezama, de quebrar los cimientos centenarios de un club diferente, sin parangón en el mundo redondo del balón. No sé en qué acabará esta negociación, pero está en juego mucho más que el futuro de un excelente guardameta, y todos lo intuimos.
El elegido de la afición
Cien años. Un siglo ha dado nueve porteros internacionales al Athletic. Kepa ha sido el más rápido en lograrlo, apenas 30 partidos ha necesitado. La sombra del Txopo estaba protegida por Kepa en lugar de su propio sentir extra de presión. Había llegado el elegido. El nuevo mesías rojiblanco. Pero cuidado por si solo haya sido un espejismo. El mito de Iribar puede perdurar otros cien años.
Cien. Dos ceros. Las gafas de un mito como John Lennon. Demos una oportunidad a la paz. “No estoy ciego, sé lo que pasa”, ¿aclara? Kepa, tras debutar con la ‘roja’. Aún queda tiempo, digo yo. Puede surgir el milagro. “Imagina”, cantaba el bardo británico nacido en la futbolera Liverpool. Imaginemos que Urrutia consigue tocar el corazón del ondarrutarra, soñemos con un acuerdo, con una firma. Se necesitarán varios ceros, un vagón de ceros, todo un tren. Pero merecerá la pena a la familia rojiblanca.
Cien. Dos ojos de buey en un camarote. Ya lo decía ‘El Último de la Fila’, cuando el hambre entró por la puerta, el amor salta por la ventana. Y puede que caiga a un mar de merengue embriagador. Florentino, las televisiones, la Champions, el sistema del fútbol actual ha inoculado en Lezama, en los jugadores jóvenes, en las familias de estos, en los representantes, un virus difícil de combatir Todos quieren dinero, triunfos, fama, títulos. Ahí tienen uno: “Cien años de soledad”.
Y a la memoria me viene a llorar, idolatrado por las aficiones de todos los equipos en los que ha hecho historia. Cabeza de ratón o cola de león, ahí radica el dilema. ¿Se va a quedar ?, yo preguntó en la calle. No lo sé, ni la más remota idea, respondo. Pero intuyo que no.
Cien. Un número frontera, una cifra que marca un antes y un después. Podríamos colocar una placa en el museo de San Mamés. ‘Hasta aquí hemos llegado’ -rezaría la inscripción-. ‘Un misil en plena línea de flotación nos hundió’ . Cien fotos. Y cientos, miles de caras de decepción.
Cien. Dos ceros. Dos tuberías huecas por las que dejar entrar la luz y el entendimiento. Pase lo que pase, que siempre quede abierta la puerta del regreso