Exhibición técnica
La Real ofreció una soberbia respuesta, inmejorable, a la enorme frustración generada tras el derbi. Por eso, porque apenas hay nadie en el entorno de este equipo que no asuma que puede ofrecer un rendimiento tan completo como el de ayer, duele más una derrota, la de Bilbao, que hay que olvidar. La tercera victoria consecutiva en Anoeta, con ocho goles a favor y solo uno en contra, pone al equipo en la senda de lo que debe ser, a expensas de la ansiada regularidad que le permita elevar el tono fuera de casa y quedarse definitivamente en la pelea de los siete primeros puestos. El triunfo de ayer en Anoeta se elevó un peldaño más respecto a los dos anteriores en casa. Fue todavía más concluyente, más completo. Sustentando, sobre todo, en una superioridad técnica brutal. La distancia entre un equipo y otro en lo referente a todas las decisiones con balón (controles, pases...) fue sideral y eso provocó que la Real destrozara al Alavés al que anuló hasta la mínima expresión. Si a eso le unimos que el equipo txuri urdin completó un partido soberbio sin balón, decidido y concentrado en la presión tras pérdida, en juntarse en ambos campos y en correr todo lo que había que correr, el resultado fue el mejor partido de la temporada en Anoeta. No hubo color entre una Real hermosa y ovacionada y un Alavés al que le pasó un huracán por encima. Si el partido de Bilbao cuestionó el estilo de juego que propugna Eusebio, el de ayer refrendó que la Real debe crecer en torno a su enorme capacidad técnica, muy superior a los equipos como el Alavés, mayoría en la Liga. Pero a eso ayer le acompañó un comportamiento colectivo decidido y concentrado que le permitió dar un paso al frente más y hacer gozar a su gente que se rompió las manos a aplaudir