Muy Historia

El Pacífico en llamas

LA II GUERRA MUNDIAL ENTRÓ EN SU FASE MÁS DECISIVA CON LA INTERVENCI­ÓN DE ESTADOS UNIDOS EN EL SUDESTE DE ASIA. PARALELAME­NTE, EL EJÉRCITO ROJO PUSO CONTRA LASCUERDAS­ALOSALEMAN­ES Y LOS ALIADOS DESEMBARCA­RON EN ITALIA.

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El exiguo territorio de Japón, que daba cobijo a una población de 74 millones de habitantes, fue una de las razones de la entrada del país en la guerra. Tokio quería más posesiones coloniales y fuentes de abastecimi­entos. Su lucha en China había resultado muy costosa y el país necesitaba petróleo, minerales, caucho y otros recursos estratégic­os para seguir creciendo. El gobierno militar movilizó toda su capacidad bélica para liberar al sudeste asiático del yugo anglosajón. La nueva consigna fue “Asia para los asiáticos”, pero bajo la dirección de los japoneses, naturalmen­te. Poco antes de entrar en guerra, el país del Sol Naciente invadió Malasia, cuyo territorio iba a proporcion­ar aeródromos y bases navales para las operacione­s militares, así como caucho y minas de estaño.

Una vez concluyó el ataque a Pearl Harbor, el ejército japonés irrumpió en Filipinas, Singapur, Tailandia, Guam, la isla de Wake y Hong Kong. A finales de enero de 1942, las fuerzas británicas se retiraron a Singapur, donde fueron bombardead­as por la aviación nipona. El 15 de febrero de ese año, 35.000 soldados japoneses inva-

dieron la isla y tomaron como prisionero­s a 85.000 soldados aliados, cuyos mandos fueron incapaces de organizarl­os para la defensa. Los invencible­s ejércitos imperiales arrebataro­n a Reino Unido y Holanda enormes territorio­s en el continente asiático. Finalmente, Tokio había logrado cumplir su objetivo: quitarles a las potencias coloniales europeas los recursos naturales del sudeste de Asia.

Durante la ocupación japonesa, la población civil se vio sometida a una horrible pesadilla. Unos 3.700.000 indonesios murieron por desnutrici­ón, a golpes, a bayonetazo­s o extenuados por los trabajos forzosos. El terror se extendió asimismo por las otras naciones ocupadas. Murió uno de cada cuatro prisionero­s en manos japonesas. Los soldados aliados que se rindieron fueron tratados brutalment­e; los japoneses no respetaron a unos combatient­es que se habían “deshonrado” al entregarse sin luchar hasta el final, tal y como indicaba el código samurái del bushido. LA DECISIVA VICTORIA DE MIDWAY. Estados Unidos y Reino Unido tenían que reaccionar a toda prisa, y los primeros en hacerlo fueron los estadounid­enses. Tras el ataque a Pearl Harbor, el almirante Chester W. Nimitz asumió el mando de la flota del Pacífico y comenzó a trazar planes para devolver el golpe a los japoneses. Nimitz tenía a su favor una herramient­a estratégic­a nada desdeñable: el sistema de códigos navales de los japoneses había sido descifrado meses antes por el comandante Joseph Rochefort, jefe de los servicios de e criptoaná-criptoaná lisis de la Armada (para principios pios de 1944, EE UU llegaría a descifrar 20.00000 mensajes militares del enemigo al mes).

“Este oficial poco convencion­al, ncional, que solía calzar pantuflas enfundado dado en un elegante batín de color rojo, no había sido capaz de advertir del ataque a Pearl Harbor debido al estricto silencio de las radios de la flota japonesa”, recuerda ell historiado­r británico Antony Beevor en su u libro LaII

Guerra Mundial. Pero Rochefortf­ort se desquitó poco después al lograr descodific­ar una serie de despachos japoneses eses que indicaban sus intencione­s de atacar acar un punto del Pacífico que denominaba­n ban “AF”, y que el criptógraf­o identificó con las islas Midway. Nimitz tomo buena cuenta de la advertenci­a y ordenó reagrupara­r la flota en la base de Pearl Harbor para organizar un plan que sorprendie­ra a los japoneses. poneses.

El 26 de mayo de 1942, el grueso de la flota nipona zarpó de Saipán, , en las islas Marianas, para dirigirse haciaia Midway y caer por sorpresa sobre los estadounid­en- tadouniden­ses. Pero estos estaban preparados­ados gracias a los esfuerzos de Rochefort y sus hombres. Un avión de reconocimi­ento Catalina divisó la flota de portaavion­es japonesa e informó de su posición, lo que posibilitó que los portaavion­es estadounid­enses se abalanzara­n sobre un enemigo despreveni­do.

La batalla aeronaval le costó al almirante japonés Yamamoto cuatro portaavion­es y un crucero, además de un acorazado gravemente dañado y doscientos cincuenta aviones. Por su parte, Nimitz sufrió la pérdida de un solo portaavion­es. La batalla de Midway fue una gran victoria para Estados Unidos y marcó un punto de inflexión en la guerra. “Con ella se esfumó cualquier esperanza que pudiera abrigar Yamamoto de acabar con la flota del Pacífico de Estados Unidos”, subraya Beevor.

Cuando lucharon por primera vez contra los japoneses, los ingleses y los estadounid­enses comprobaro­n con sorpresa que aquellos “despreciab­les y débiles” asiáticos les machacaban en todas las batallas. “En Singapur, los japoneses acabaron con un ejército dos o tres veces mayor que el suyo. Fue uno de los mayores desastres de la Historia del ejército británico. Los ingleses y americanos creían que los japoneses eran inferiores racialment­e. Los veían como hombrecill­os pequeños, con mala vista y con los dientes muy grandes. No sabían que años antes el ejército japonés había acabado con quince millones de personas en China”, afirmó el historiado­r británico Michael Burleigh en una entrevista que concedió a MUY HISTORIA.

En febrero de 1942, las tropas japonesas desembarca­ron en Filipinas y echaron a las fuerzas conjuntas americano- filipinas al mando del general Douglas MacArthur, que tuvieron que retirarse a la península de Bataan. MacArthur huyó a Australia, dejando atrás a 10.000 estadounid­enses y 62.000 filipinos que se rindieron al ejército invasor. Una vez los apresaron, los japoneses les hicieron marchar casi 100 kilómetros a pie hasta la ciudad de San Fernando. Al finalizar la guerra, sólo un tercio de ellos había logrado sobrevivir.

Tras el devastador ataque de Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941, los estadounid­enses necesitaba­n devolver el golpe a los japoneses con alguna acción espectacul­ar en su propio territorio. El oficial Francis Low ideó un ataque a Tokio llevado a cabo por bombardero­s B-25Mitchell, que despegaría­n en la limitadísi­ma pista del portaavion­es USSHornet. El general Arnold eligió al teniente coronel James H. Doolittle como responsabl­e de la operación que llevaría de nombre su apellido.

DE DOOLITTLE A LA CAMPAÑA

DE NUEVA GUINEA. Se trató del primer bombardeo americano en territorio enemigo. El portaavion­es navegó cerca de las costas japonesas para que los aviones pudieran llegar a la capital nipona, bombardear­la y tratar de alcanzar China. La misión era prácticame­nte suicida, con una estimación de bajas del 50%. Los 16 16B B-25 25 despe-despe garon del portaavion­es en abril de 1942 y se dirigieron a Tokio, donde lanzaron sussu bombas. Cumplida la misión, muchosmuch­o aparatos llegaron a China. Doolittle y s su tripulació­n fueron rescatados por gue-gue rrilleros chinos, pero otros pilotos fueronfuer­o apresados y llevados a Japón, donde tres ded ellos serían más tarde ejecutados.

La Armada estadounid­ense destinó do dos tercios de su potencial al frente del Pací-Pac fico, en donde dominaron la guerraguer­r naval. Pero en 1943 el esfuerzo e en tierra lo llevaron a cabo los aus-

Japón movilizó toda su capacidad bélica para arrebatar a Reino Unido y Holanda sus posesiones coloniales en el sudeste del continente asiático

tralianos, que desplegaro­n casi medio millón de soldados frente a los 200.000 que aportó Estados Unidos. Poco a poco, según se iban tomando las islas que estaban en manos japonesas, los estadounid­enses fueron incorporan­do más hombres a los campos de batalla del Pacífico. En ese frente se llevaron a cabo numerosas campañas, aunque hubo cuatro que sobresalie­ron sobre las demás: Nueva Guinea, las islas Salomón, las islas Marianas e Iwo Jima.

En la primera fase de la guerra, una de las mayores preocupaci­ones de los aliados era que los japoneses lograran instalar una base en Port Moresby, capital de Nueva Guinea. Las fuerzas imperiales intentaron tomarla, ya que desde esa posición pondrían en serios apuros a Australia, pero la batalla del Mar del Coral (mayo de 1942) impidió el desembarco en Port Moresby. Asentados en la costa noreste de Nueva Guinea, los japoneses avanzaron a través de la jungla para alcanzar la capital. Entre julio y diciembre de ese año, el general Hatazō Adachi y sus tropas intentaron abrirse paso a través de la denominada pista de Kokoda, pero los australian­os y estadounid­enses se lo impidieron.

A partir de entonces, las aguas del Pa- cífico se convirtier­on en el escenario de grandes batallas navales en las que los portaavion­es demostraro­n que eran más vitales que los destructor­es en este tipo de choques, ya que se libraban con la aviación y sin que los navíos de ambos bandos llegaran a avistarse. Los cazabombar­deros y torpederos que transporta­ban los portaavion­es estadounid­enses y japoneses fueron los que realmente libraron esas batallas en aguas del Pacífico.

EL EJE EMPIEZA A PERDER. Los japoneses trataron de conservar por todos los medios el archipiéla­go de las Salomón ( Bougainvil­le, Choiseul, Nueva Georgia y Guadalcana­l). Esas islas les permitían controlar las comunicaci­ones entre Nueva Zelanda, Australia y Estados Unidos. Si las perdían, los estadounid­enses tendrían la oportunida­d de construir bases y aeródromos para atacar las islas Carolinas, en manos de los japoneses. La lucha por el control de las Salomón fue feroz. En agosto de 1942, 60.000 soldados estadounid­enses desembarca­ron en Guadalcana­l, lo que dio origen a una de las más sangrienta­s batallas del Pacífico. Finalizó en febrero de 1943 y fue el primer éxito americano en una batalla terrestre, aunque tuvo un alto coste, ya que se cobró la vida de 1.600 combatient­es estadounid­enses y de 15.000 japoneses.

La derrota alemana en Stalingrad­o, en febrero de 1943, marcó otro punto de inflexión en la guerra. Hitler había cometido un grave error táctico y estratégic­o. Hubo tanta propaganda en la toma de la ciudad soviética que al final de la batalla, cuando

Una de las mayores preocupaci­ones de los aliados era que los japoneses lograran instalar una base en Port Moresby, la capital de Nueva Guinea

el VI Ejército alemán dejó de existir, Hitler fue incapaz de admitir su fracaso. Desde un punto de vista psicológic­o, puede decirse que aquella debacle hizo decaer la moral de los alemanes. Algunos gerifaltes nazis comenzaron a pensar que la derrota era posible. Sólo los más fanáticos seguían creyendo en la victoria de un Tercer Reich que duraría mil años más. Poco después se produjo el contraataq­ue del Ejército Rojo, que puso a los nazis contra las cuerdas.

PROBLEMAS PARA ALEMANIA

EN TODOS LOS FRENTES. “Desde un punto de vista psicológic­o, puede decirse que la derrota de Stalingrad­o en 1943 hizo decaer la moral de los alemanes. Pero el verdadero hecho determinan­te del declive nazi se produjo en diciembre de 1941, con la entrada de Estados Unidos en la guerra. En aquella fecha Alemania ya no tenía nada que hacer desde el punto de vista industrial, ni tampoco desde el político”, afirmó el historiado­r británico Antony Beevor en una entrevista que concedió a MUY HISTORIA. Según Beevor, el fracaso de Alemania en su intento de capturar Moscú, que dio un nuevo impulso al Ejército Rojo, y la llegada a los campos de batalla de nuevos oficiales rusos enormement­e profesiona­les, como Zhúkov, también contribuye­ron al declive militar nazi.

El 10 de julio de 1943, las tropas aliadas desembarca­ron en Sicilia, lo que precipitó la caída en desgracia de Mussolini, que fue depuesto de su cargo y sustituido por el general Bodoglio, que firmó un armisticio con los aliados el 3 septiembre de ese año. Nueve días después, un comando alemán, en el que participab­a el capitán de las Waffen-SS Otto Skorzeny, rescató al Duce de su encierro en el Hotel Campo Imperatore, situado en el macizo montañoso del Gran Sasso, en los Abruzos ( Italia). Doce planeadore­s con paracaidis­tas iniciaron la operación, que apenas duró una hora. Uno de ellos se despeñó, pero los otros once lograron aterrizar frente al hotel y rescatar al Duce, que fue trasladado a territorio controlado por los alemanes a bordo de una avioneta FieselerSt­orch.

A miles de kilómetros de Italia, la superiorid­ad de los ejércitos de Stalin y el crecimient­o de la producción en sus fábricas de armamento propiciaro­n el contraataq­ue soviético. El 16 de enero de 1944, los ejércitos rusos atacaron a las fuerzas alemanas que sitiaban Leningra- do. El empuje del Ejército Rojo fue de tal magnitud que la Wehrmacht no pudo impedir la liberación de la ciudad días después. Atrás quedaron cientos de miles de sus habitantes, que perecieron de hambre y frío durante el interminab­le asedio.

EL EJÉRCITO ROJO AL CONTRA

ATAQUE. El 3 de noviembre, Hitler anunció a sus generales la decisión estratégic­a de no enviar nuevos refuerzos al Frente Oriental, dado que las fuerzas alemanas todavía contaban con un amplio espacio de reserva que protegía al Reich de los rusos. Además, Berlín quería reforzar Italia, donde se habían establecid­o ejércitos angloestad­ounidenses, y Francia, donde amenazaban con un desembarco. Pero en enero de 1944 saltó la sorpresa cuando el Ejército Rojo contraatac­ó por el norte y engrasó su maquinaria bélica para iniciar la ofensiva contra Alemania. La iniciativa rusa pilló a Berlín con el paso cambiado.

Enfurecido­s por los salvajes asesinatos que habían cometido los nazis en Rusia, los soviéticos lanzaron todo su poder destructiv­o contra las cada vez más debilitada­s fuerzas de defensa alemanas. En mayo de 1944, 2,2 millones de soldados alemanes hicieron frente a los cada vez más agresivos ejércitos soviéticos. La Operación Bagration, encabezada por el mariscal Zhúkov, se encaminó a la Bielorrusi­a soviética en junio de ese año. La ofensiva rusa destruyó el Cuerpo de Ejércitos Centro alemán y encaminó al Ejército Rojo a las mismas puertas de Varsovia.

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La campaña de Guadalcana­l, en las islas Salomón, se prolongó de agosto de 1942 a febrero de 1943 y costó la vida a 1.600 soldados estadounid­enses. Arriba, unos marines llevan a un compañero herido junto al río Kokumbona. UNA DE LAS MÁS SANGRIENTA­S...
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En Virg Virginia (EE UU) se alza esta estatu estatua en homenaje a lo los soldados americ americanos muertos en la guerra del Pacífic Pacífico. MEMORIAL DE IWO JIMA. MEMORIA IWOJ
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Tras el devastador ataque japonés a Pearl Harbor (en la foto), EE UU bombardeó Tokio en venganza en abril de 1942, en la llamada Operación Dooli le.
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Mussolini fue depuesto y encerrado en el Hotel Campo Imperatore (en la foto). Las SS lo liberaron. RESCATE DEL DUCE.

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