LA INSÓLITA HUELLA DE LA CIENCIA EN LA BIBLIA
Los últimos avances en genética, big data e inteligencia artificial han permitido esclarecer algunos textos bíblicos y han sacado a la luz nuevos aspectos de lo que se describe en ellos, desde migraciones hasta fenómenos celestes. Ahora, los expertos confían en que gracias a los nuevos datos se consiga determinar qué hay de veraz en la obra más famosa de la historia.
En 1970, aparecieron los fragmentos de un rollo de pergamino en la antigua sinagoga de Ein Gedi, un oasis situado en la ribera oeste del mar Muerto. Llevaban bajo tierra más de mil quinientos años y se encontraban tan deteriorados que era imposible manipularlos sin que quedaran destruidos. Así pues, simplemente se almacenaron. No obstante, en septiembre de 2016, un equipo de investigadores de la Universidad de Kentucky, en colaboración con la Autoridad de Antigüedades de Israel, anunció lo impensable: por primera vez desde que el complejo de Ein Gedi fuese quemado, en algún momento del siglo VI, habían podido leer parte de su contenido.
Para ello, escanearon la pieza, que habría sido escrita unos cuatrocientos años antes, mediante microtomografía computarizada de rayos X –en esencia, una versión en 3D del sistema que se utiliza en los hospitales para generar imágenes de partes internas del cuerpo– y buscaron en la reconstrucción digital los píxeles que se correspondían con las partes del manuscrito entintadas. De ese modo, se percataron de que se trataba de un pasaje de la Biblia hebrea, en concreto del Levítico, uno de los libros que la integran. Con ello, los expertos encontraron, además, que la redacción de ese texto religioso no ha cambiado desde entonces; el contenido del rollo carbonizado de Ein Gedi es idéntico al que se ha estado utilizando durante siglos y prueba que la Biblia hebrea ha perdurado en su actual versión en los últimos dos mil años.
Pero ¿cuándo se escribió esta obra, probablemente la más famosa de la historia? O, mejor dicho, ¿cuándo se compiló por primera vez? El debate académico se centra en si las piezas que lo integran empezaron a reunirse antes o después de que los babilonios arrasaran Jerusalén, en 586 a. C. Todo depende de lo extendida que estuviera por entonces la alfabetización, pues se considera una condición indispensable para que se