“¿TÚ TAMBIÉN, AÑO DE POCAS LLUVIAS?”
El 20 % de los 82 emperadores que tuvo la antigua Roma fueron asesinados mientras aún ostentaban el poder. Y según una nueva y curiosa teoría, quizá fuera culpa de las sequías. Los investigadores canadienses Cornelius Christian, de la Universidad Brock de Ontario, y Liam Elbourne, de la Universidad St. Francis Xavier de Nueva Escocia, han utilizado los datos de un estudio de 2011 que analizaba las precipitaciones que se produjeron en Francia y Alemania cada primavera de los últimos 2.500 años –a partir de la observación de los anillos de robles fosilizados– para establecer una correlación aproximada entre los años en que hubo pocas lluvias y los años en que se produjeron motines militares y asesinatos de emperadores romanos. EJÉRCITO HAMBRIENTO, EJÉRCITO DESCONTENTO. El estudio, publicado en Economic Letters, apunta que la escasez de lluvias en aquellas zonas –donde por entonces estaban las fronteras del Imperio romano y se apostaban muchas de sus legiones– conllevaba malas cosechas. Estas generaban hambre y descontento entre los soldados, lo que a su vez derivaba en motines y en el socavo de la seguridad del emperador, quien, al ver mermado el apoyo que recibía de los legionarios, era mucho más proclive a ser asesinado. “Generalmente hay una sequía que precede al asesinato del emperador”, afirma Christian.
Por su parte, el historiador Jonathan Conant, de la Universidad Brown (EE. UU.), considera la hipótesis “plausible”, pero señala que hay muchos factores que intervienen en los asesinatos políticos y que gran parte de los magnicidios se produjeron en el siglo III, un periodo “de inflación masiva, brotes de enfermedades y guerras externas”, elementos que fomentaron la inestabilidad generalizada en el Imperio romano.