BAJAR DE TALLA
Cada año son más las mujeres que se acercan al cirujano para realizarse una mamoplastia de reducción (coloquialmente, “quitarse pecho”). Y no solo para cambiar el tamaño de unos implantes desmedidos, como Victoria Beckham. “Unas mamas excesivamente grandes y pesadas generan dolor de espalda o de cuello. Incluso irritación cutánea bajo los senos. Reducirlos ayuda además a aumentar la autoestima de la paciente, ya que a muchas mujeres les acompleja un busto tan excelso”, señala el doctor Ángel Juárez, jefe de Cirugía Plástica y Estética del Hospital La Zarzuela. “En la operación se extirpa piel, grasa y tejido mamario y se eleva el complejo areola-pezón a su posición ideal”. Aunque suene extraño el cirujano puede valorar la colocación de una prótesis en la misma intervención para asegurar una mayor firmeza al pecho. Lo normal es un ingreso hospitalario entre 24 y 48 horas.
DESPUÉS DE LA MATERNIDAD.
Con los embarazos el pecho fluctúa de tamaño. Por eso se recomienda acometer la reducción cuando ya no se piense tener más hijos. En cualquier caso, reducir no significa que quede perfecto de por vida. Aunque de menor tamaño, la edad y la fuerza de la gravedad harán que vaya cayendo un poco cada año.