La importancia de trabajar con una almazara automatizada
Ahorrar tiempos en la recepción de la aceituna, mejorar de la capacidad de producción del aceite y aumentar su calidad y rendimiento, además de controlar todo el proceso, desde la recepción hasta que el zumo sale de la almazara, son algunas de las ventaja
En un mercado cada vez más competitivo en cuanto a precios y calidad, la automatización de las almazaras es algo fundamental y a día de hoy una necesidad. Ya nada o casi nada queda del modo en el que se trabajaba antiguamente. Ahora, gracias a los avances tecnológicos, como sistemas de supervisión y control de los procesos, han conseguido facilitar la tarea de aquéllos que trabajan en la almazara, con lo que además se consigue que la calidad y cantidad del aceite producido sea mayor a un coste menor.
La automatización comienza en el patio de recepción de la aceituna y llega hasta que el producto sale de la almazara, pasando por las centrífugas, los depósitos, y el envasado. Pero es en la fase de producción donde la automatización genera los mayores beneficios de cara al producto final.
Automatización del patio
Tener automatizado el patio de recepción de la aceituna consigue reducir los tiempos de espera de los olivareros cuando llevan la aceituna a la almazara y mejorar la gestión de las operaciones en la recepción de la misma, entre las que se encuentran la limpieza, lavado, pesado y emisión de albaranes.
Concretamente los sistemas automáticos del pesaje monitorizan la pesada y la almacenan en una base de datos. Existen programas que realizan un seguimiento de la aceituna, controlando las partidas pesadas desde que descargan en la tolva de recepción hasta que llegan a las tolvas de almacenamiento. En este caso, se pueden controlar los datos del agricultor, la calidad y variedad de aceituna, datos de polígono, la parcela o la finca de donde procede la aceituna, y los kilos de la pesada.
Automatización de producción
Una vez que la aceituna se ha sometido al proceso de limpieza, lavado, peso y almacenamiento llega el momento de molturación, que a día de hoy se realiza en la mayoría de las almazaras de manera mecánica y automatizada. El molido permite romper la estructura de la aceituna, sin deshuesarla, para liberar la parte líquida. Sin embargo el batido consiste en separar la pasta de los otros elementos para, paulatinamente, ir extrayendo el aceite. El resultante de estos dos procesos forma la pasta de aceituna que originará el futuro óleo.
Tras el batido, comienza una de las fases vitales que determinará la calidad final del producto. Una vez obtenida la pasta, hay que separar la parte líquida de la parte sólida, es decir el aceite de la masa, fase que transcurre en el decánter. Se trata de un proceso que ha conseguido mejorarse gracias a la automatización: en función de las características que presenta la materia prima, un sistema detecta de qué forma se puede obtener el mayor beneficio, bien apostando por la elaboración de un aceite de mayor calidad, bien aumentando el rendimiento.
En esta parte del proceso también es posible incorporar sensores para mejorar el purgado de los decantadores. Antiguamente había que cerrar los grifos de forma manual en el momento que empezaba a salir aceite turbio, y ahora es el sensor el que lo detecta, de modo