ASÍ LA VEMOS
Esta Scrambler es una aproximación al trail desde la estética neo-retro. Y es un objetivo conseguido, una moto cuya “pinta” retro es no solo acertada, sino muy atractiva, que además es muy capaz de divertirte tanto en carretera como en el campo. En ambos ambientes se mueve con soltura, nobleza y suficiente facilidad para el piloto como para resultar muy agradable de usar. Puede, además, acercarse más a un uso o a otro gracias a los reglajes de suspensiones y hacerla aún más efectiva en el entorno que te interese. En ciudad es algo alta. Y si antes esto era una ventaja, la actual moda de coches SUV y monovolúmenes hace casi imposible que el manillar pase por encima de sus espejos. Aún así, gira lo suficiente y la moto es suave y agradable en la urbe.
No es fácil llegar al suelo desde mi 1,60 de altura. Pero es más cuestión de levantar bien la pierna, ya que una vez sobre ella las suspensiones bajan lo suficiente para que no sea un problema grave. Ahora bien, yo hubiese preferido disponer del asiento accesorio que baja 20 mm la altura total. Arrancas y, como en muchas Ducati, el sonido del motor de arranque parece perezoso, aunque en pocos giros arranca sin problemas.
CON PASAJERO
El pasajero no es una de las preocupaciones de esta moto. El asiento es duro, algo corto para dos y las asas para que se agarre son las mismas previstas para maniobrar con la moto en parado. Van escondidas en la parte trasera de la base del asiento, perfectas para sujetar la moto, pero demasiado cerca de la vertical del pasajero para que se agarre con seguridad. Sus estriberas, por cierto, son desmontables si vas a ir solo.
Se mueve con soltura, y en cualquier medio es fácil y agradable de usar