Máquinas de Felicidad
DESCUBRIMOS CÓMO SE CREAN LAS CAJAS Y ESFERAS MÁS SOFISTICADAS
ay ciudades cuyo atractivo reside en su singularidad. La Chaux-deFonds es una de ellas: declarada Patrimonio de laHumanidad por la Unesco y cuna del arquitecto
que construyó allí Le Corbusier un chalet para sus padres. Es, junto a Ginebra una de lasmecas de la relojería suiza desde el sigloXVII. Sus edificios y calles, en su día llenos de manufacturas y todavía hoy ordenados en retícula, hacen de ella una pequeñaManhattan. En ese escenario racionalista
Patek Philippe crea dos de los elementos más distintivos de sus relojes: las esferas y la cajas. ¿Se imagina unas manos humanas capaces de engastar cada año 700.000 piedras preciosas sobre coronas de oro o platino? En los 18.000metros cuadrados de sus instalaciones a las afueras de La Chaux-de-Fonds trabajan expertos en gemología y orfebres, pero también técnicos quedestinanhoras a conseguir que cada milímetro de la superficie de cada caja brille, resista y encaje a la perfección. Al fin y al cabo han de ser la “casa” de lasmaquinariasmás sofisticadas (en el argot, “complicadas”) del mundo. Y como dijo Le Corbusier: “La casa debe ser el estuche de la vida, la máquina de la felicidad”.
El savoir faire de Flückiger
se remonta a 1860, año en
se fundó. Patek Philippe la
adquirió en 2004. Produce
100.000 piezas al año,
pero de algunos modelos
se hace una unidad.