‘Posh-à-Porter’
SipaseanporMadisonAvenueysetopanconunbebéconfaldón, no seinquieten. El‘lookBarriodeSalamanca’hatomadoManhattan.
lo áxima (Zorreguieta) hizo;
Kate (Middleton) lo hizo. Pero ahora, las únicas royals que importan en Nueva York, las princesas de Park Avenue, lo están haciendo también. Hablamos, naturalmente, de vestir a los niños con ropa tradicionalMade in Spain: trajes de nido de abeja, medias acanaladas, merceditas, petos y hasta faldones. Para dichas neoyorquinas, estos eran conceptos tan exóticos como pedirse un brunch de percebes con pacharán en lugar de los huevos a la benedictina con mimosas con los que es de rigor recuperar energía cada mediodía después de una mañana en grandes almacenes de lujo comoBergdorf GoodmanoBarneysNewYork, y antes de una tarde en el patronato de caridad del momento. Pero en los últimos años todo ha cambiado.
Un factor determinante fue el rastrillo anual de la iglesia presbiteriana ultrawasp de Carnegie Hill, la parte más upper del Upper East Side, donde se determina lo que es socialmente aceptable. Entre los bolsos con monogramas, las mantas con monogramas, los zapatos con monogramas, los abrigos para perros con monogramas y, sobre todo, las petacas con monograma (sí, el monograma es parte de la identidad distintiva de la vieja guardia local, así como el amor incondicional a los perros y a las bebidas espirituosas, los seres humanos vienen un poco después), un puesto ofrecía el look Barrio de Salamanca. La responsable era la heredera de una de las familias más conocidas de Sudamérica (con pisazo para pasar temporadas en Madrid, of course) quien, tras ver los suspiros de admiración que despertaban sus pequeños y los de sus amigos ibéricos, no solo decidió vender una selección de ropa con lo más rancio de la calle Lagasca, sino que ofrece por Internet un servicio de estilismo para lograr el total look de Embassya-Puerta- de-Hierro aunque nunca haya cruzado el East River. Para quienes visten a sus niños con versiones en miniatura de la ropa para adultos, como es habitual aquí, se puede elegir la faldita supermona, la camiseta ideal, pero si la combina con minimocasines peludos de Gucci (tallas infantiles solo por encargo), el efecto Chewbacca arruina el conjunto de inmediato.
Claro que no todo lo español se acepta sinmás. Llama la atención el uso en varones de tonos rosas. Y desconciertan los petos y las medias acanaladas en lugar de los pantalones largos. Pero lo que resulta más difícil de adaptar al mercado local son los faldones. Para muchos americanos se trata de un caso extremo de gender bending, de fluidez entre los sexos herencia de los años de laMovida o de la Europa de vanguardia. Aunque aquí les tiñan el pelo de violeta y usen camisetas con microchip, difícilmente considerarían ser lo “suficientemente modernos” como para incorporar esta prenda al armario del recién nacido.