Vanity Fair (Spain)

CUANDO ELISA RECIBIÓ LA SEGUNDA PUÑALADA, SU MARIDO SE DIRIGIÓ AL LUGAR PENSANDO QUE SU MUJER PODÍA ESTAR MUERTA

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y el 5 de enero de 2014, nada más aterrizar de la República Dominicana, donde la familia había pasado sus vacaciones, Pinto se presentó en la comisaría del barrio de Chamartín en Madrid para ampliar su denuncia. Dio cuenta de los nuevos SMS: “Recuerda que tienes unos hijos muy guapos”; “Tienes unos hijos muy guapos”...

De vuelta a casa, agotada, recibió una nueva llamada. Descolgó el teléfono. Era una señora que había encontrado unmóvil Motorola rojo tirado en la calle cerca de la casa de la doctora y había repetido la última llamada realizada desde ese terminal. La doctora, desconcert­ada, dijo que no sabía de quién era ese teléfono, y le pidió que lo depositara en la comisaría de Chamartín. Ocho días después, Elisa Pinto recibió su primera puñalada.

LaMaldició­n de los Amigos del Rey

Como narró a posteriori en sus denuncias, Pinto cuenta que, tras la agresión, las amenazas subieron de tono: “Vamos a pinchar a tus hijos”; “Te vamos a matar”; “Volveremos a pincharte a ti y a tus hijos te vamos a destrozar la vida o cres que puedes librarte sabiendo tanto”.

Patricia Rumeu, una de las mejores amigas de Elisa Pinto, recordó aquel episodio en sede judicial, donde declaró como testigo: “Al principio no se atrevía a denunciar porque este señor tenía influencia­s en Casa Real y en la policía. Conocía a los directivos de las mutuas y asegurador­as para las que ella trabaja y le daba miedo que la pusiera en la calle. Le dijo que le iba a hacer algo a los niños. Tras la segunda puñalada su desesperac­ión llegó a tal punto que un día me invitó a merendar a su casa. Allí me entregó un documento para dejarme como albacea de los niños por si le pasaba algo” [sic].

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