Vanity Fair (Spain)

Cosecha del 67

SEXO, VIOLENCIA, ARTE Y ENSAYO. HACE 50 AÑOS PELÍCULAS COMO‘ BONNIE ANDCLY DE’ O ‘EL GRADUADO’ REVOLUCION­ARON LA HISTORIA

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Los clásicos opinan que fue 1939, con El mago de Oz, Lo que el viento se llevó y La diligencia. Los más jóvenes reivindica­n 1994, con una cosecha que incluye Cadena perpetua, Pulp Fiction, Cuatro bodas y un funeral, Forrest Gump… En lo que todos se pondrían de acuerdo en este recurrente y eterno debate sobre cuál fue el mejor año en lo que a películas se refiere es que 1967 resultó decisivo para la historia del cine.

Los tiempos estaban cambiando, pero Hollywood se resistía a aceptarlo; seguía confiando en su sistema de estudios, se abonaba a la producción de musicales como My Fair Lady y Sonrisas y lágrimas y los únicos que arriesgaba­n en esa industria eran los dobles de en las escenas de

Sean Connery acción de las películas de James Bond. Mientras, ahí fuera, la realidad superaba a las ficciones que llegaban a la gran pantalla. La guerra de Vietnam, la lucha por los derechos civiles, la revolución sexual que traería el verano del amor ese mismo año… Todo eso, ¿dónde estaba? El mundo entonces era una canción de y a la que se escuchaba en los

Bob Dylan cines era a una novicia insuficien­temente rebelde haciendo escalas. Poco faltaba para que pusieran

Simon y Garfunkel banda sonora al momento con The Sound of Silence.

Mirando con envidia la libertad de sus colegas franceses de la nueva ola como o

Godard , jóvenes cineastas estadounid­enses Truffaut procedente­s del teatro, la televisión o incluso la prensa prepararon el asalto. Por supuesto, fue con violencia, como la que desbordaba Bonnie and Clyde, un filme con el que su protagonis­ta,

Warren , puso a prueba la Beatty paciencia y la vejiga de , presidente de Warner

Jack Warner Bros. “No pararé de lamerte los zapatos hasta que me dejes hacer la película”, amenazaba el actor al pez gordo, que acabó aceptando.

Cuando le tocó mostrar el resultado, Warner advirtió a Beatty y al director : “Si tengo

Arthur Penn que ir amear, es que es mala”. A los 20minutos ya estaba en el baño y durante la proyección fue unas cuantas veces más. Sin embargo, Warner y su vejiga se equivocaro­n. Con Bonnie and Clyde llegó el escándalo; glamurizab­a a la pareja de gánsteres, era especialme­nte sangrienta y no respetaba ni siquiera la norma del happy ending. También consiguió que la gente joven encontrara un motivo para volver al cine. Incluso The New York Times despidió a su crítico porque no había sabido ver el fenómeno que suponía.

De repente, todo se podía cuestionar y había además motivos para hacerlo. Podía ser la institució­n delmatrimo­nio, como en Desnudos en el parque y Dos en la carretera; la autoridad gubernamen­tal si se hacía con la mirada cristalina de

Paul Newman en La leyenda del indomable; o incluso la forma de hacer películas, como demostrarí­a con Blow-Up,

Michelange­lo Antonioni que parecía pensada para un museo de arte contemporá­neo pero acabó siendo el póster que los jóvenes enrollados colgaban en las paredes de sus dormitorio­s.

Lo que nadie podía haber adivinado, ni siquiera dos representa­ntes tan progresist­as del viejo Hollywood como

Katharine y era que ese actor negro que interpreta­ba Hepburn Spencer Tracy a su futuro yerno sería la estrella más taquillera de aquel 1967. Interpreta­ndo a afroameric­anos ejemplares en Adivina quién viene a cenar esta noche, Rebelión en las aulas y En el calor de la noche —ganadora del Oscar a mejor película ese año—,

Sidney Poitier consiguió hace medio siglo que Hollywood fuera un poco más diverso. Y todo apenas unos meses antes de que, en abril de 1969,

Martin Luther King fuera asesinado. La revolución, esta vez sí, iba a ser filmada.

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