OPINIÓN.
ENUNA INTENSA TEMPORADA DE PREMIOS, LAS APUESTAS TAMBIÉN MIRAN HACIA LAS CAUSAS A REIVINDICAR. JORDI COSTA DIBUJA UN RETRATO DE LA ATMÓSFERA IMPERANTE.
La conciencia de los premios.
Una gala de premios cinematográficos suele ser un buen lugar para extraer conclusiones sobre las bondades e insuficiencias en la cosecha creativa de un año, pero el evento también tiene otros usos. Por ejemplo, el de comprobar qué se entiende por buena película (o película premiable) en un momento dado y reparar en que, la mayoría de las veces, los criterios rectores no tienen tanto que ver con la calidad artística como con el peso y el impacto social de los grandes temas abordados por las producciones en liza. En ese sentido, siempre resulta ilustrativo darse un paseo por la lista histórica de títulos premiados con el Óscar a la Mejor Película y hacerse ese tipo de preguntas que en su día la gran mayoría de académicos no se formuló. ¿En serio que Paseando a Miss Daisy les pareció mejor película que Nacido el 4 de julio? ¿O
El paciente inglés que Fargo? Pero para lo que sí sirven verdaderamente estas ceremonias es para saber cuál es la reivindicación que Hollywood ha decidido visibilizar en la temporada en curso. Tras la masiva iniciativa Time’s Up de los Globos de Oro, todo hace prever que nos espera una gala de los Óscar –y hasta de los Goya- a la sombra