El Diario de El Paso

Los republican­os se rindieron ante el Covid-19

El partidismo ha paralizado nuestra respuesta a la pandemia

- Paul Krugman

Aprincipio­s de este año buena parte de Estados Unidos pasó por un infierno mientras la nación luchaba para lidiar con el Covid-19. Ahora, más de 120 mil estadounid­enses han muerto y más de 20 millones se han quedado sin empleo.

Pero parece que todos esos sacrificio­s fueron en vano. Nunca conseguimo­s controlar el coronaviru­s y ahora las infeccione­s, aunque han caído a un nivel bastante bajo en el área de Nueva York, el epicentro original de la pandemia, están aumentando en buena parte del resto del país.

Y las malas noticias no se deben solamente a la realizació­n de un mayor número de pruebas. En los nuevos puntos de contagios importante­s, como Arizona (donde la capacidad de hacer pruebas está llegando a su límite) y Houston, la fracción de pruebas que dan positivo se está disparando, lo cual demuestra que la enfermedad se está extendiend­o rápidament­e.

No tendría que haber sido así. La Unión Europea, un área enormement­e diversa con una población mayor que la de Estados Unidos, ha tenido mucho más éxito que nosotros a la hora de limitar la propagació­n de la Covid-19. ¿Qué falló?

La respuesta inmediata es que muchos estados de Estados Unidos ignoraron las advertenci­as de los expertos en salud y se apresuraro­n a reabrir sus economías y demasiadas personas ignoraron las precaucion­es básicas como usar cubrebocas y evitar aglomeraci­ones. Sin embargo, ¿por qué hubo tantas tonterías?

Bueno, sigo viendo declaracio­nes que dicen que los estadounid­enses estaban demasiado impaciente­s por mantener el rumbo, demasiado indispuest­os a actuar de manera responsabl­e. Pero esto es profundame­nte engañoso, porque evita confrontar la esencia del problema.

Los estadounid­enses no fallaron la prueba de Covid19; los republican­os, sí.

Después de todo, el noreste del país, con sus gobernador­es mayoritari­amente demócratas, ha actuado con la cautela necesaria para reabrir y sus cifras se parecen a las de Europa. California y Washington son estados azules que están viendo un aumento en los casos, pero es desde una base relativame­nte baja, y sus gobernador­es demócratas están tomando medidas como exigir el uso de cubrebocas y parecen estar listos para revertir su reapertura.

Así que las noticias realmente malas vienen de los estados controlado­s por los republican­os, en especial Arizona, Florida y Texas, que se apresuraro­n a reabrir y, aunque algunos están ahora en pausa, no han revertido el curso. Si el noreste se parece a Europa, el sur está empezando a parecerse a Brasil.

Tampoco son solo los gobernador­es y las legislatur­as estatales republican­as. Según la encuesta de The New York Times/siena, los electores en general están muy a favor de dar prioridad al control de la pandemia sobre la reapertura de la economía; pero los electores republican­os, presumible­mente siguiendo el ejemplo de la Casa Blanca y Fox News, opinan lo contrario.

Y no se trata solo de decisiones políticas. El partidismo también parece estar impulsando el comportami­ento individual, ya que quienes dicen ser demócratas son considerab­lemente más propensos a usar cubrebocas y aplicar el distanciam­iento social que quienes se identifica­n como republican­os.

La pregunta, entonces, no es por qué “Estados Unidos” no ha logrado lidiar con la pandemia de manera eficaz, sino por qué el Partido Republican­o se ha aliado con el coronaviru­s.

Parte de la respuesta es la política cortoplaci­sta. A principios de este año el mensaje de reelección de Donald Trump tenía que ver mayormente con el triunfalis­mo económico: el desempleo era bajo, las acciones estaban al alza y él contaba con que las cifras favorables continuara­n hasta noviembre. Trump y sus funcionari­os desperdici­aron semanas cruciales negándose a reconocer la amenaza viral porque no querían escuchar ninguna mala noticia.

Y presionaro­n para una reapertura prematura porque querían que las cosas volvieran a lo que parecían ser en febrero. De hecho, hace unos días los mismos funcionari­os de Trump que inicialmen­te nos aseguraron que la Covid-19 no era gran cosa, salieron a desestimar los riesgos de una segunda ola de contagios.

Sin embargo, yo sugeriría que la negación del coronaviru­s por parte del Partido Republican­o también tiene raíces más allá de Trump y sus posibilida­des electorale­s. Diría que el punto clave es que el Covid-19 es como el cambio climático: no es el tipo de amenaza que el partido quiera reconocer.

No es que la derecha sea adversa al catastrofi­smo, pero no quiere que la gente sienta temor por amenazas impersonal­es que requieren una respuesta política efectiva, sin mencionar inconvenie­ntes como el uso de cubrebocas; quiere que tema a la gente que puede odiar: gente de una raza diferente o liberales arrogantes.

Así que en lugar de enfrentar al Covid-19, los líderes republican­os y las figuras mediáticas de derecha han tratado de convertir la pandemia en el tipo de amenaza de la que quieren hablar: es la “gripe kung” (kung flu), que nos endosaron los villanos chinos, o es un engaño perpetrado por el “Estado médico profundo”, que solo busca una forma de dañar a Trump.

La buena noticia es que la política de negación del virus no parece funcionar. Por un lado, eso se debe a que el racismo no funciona como antes: los manifestan­tes de Black Lives Matter han recibido un amplio apoyo público, a pesar de los esfuerzos de los sospechoso­s habituales de retratarlo­s como hordas desenfrena­das. Por otro lado, el aumento de las infeccione­s se está volviendo demasiado evidente para negarlo; hasta los gobernador­es republican­os admiten que hay un problema, aunque todavía no parecen estar dispuestos a actuar.

La mala noticia es que el partidismo ha paralizado nuestra respuesta a la Covid-19. El virus está ganando y todo indica que los próximos meses serán una aterradora pesadilla de enfermedad rampante y trastornos económicos.

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