El Diario de El Paso

Facebook ha sido un desastre para el mundo

- • Jamelle Bouie

Nueva York— Durante años, el ejército de Birmania usó Facebook para incitar el odio y una violencia genocida en contra de los rohinyás, una minoría mayoritari­amente musulmana, que produjo homicidios y desplazami­entos masivos. No fue sino hasta 2018 que Facebook lo admitió y se disculpó por su inacción.

Dos años después, la plataforma está sembrando las semillas de la violencia genocida, de nueva cuenta. Esta vez lo hace en Etiopía, donde el reciente asesinato de Hachalu Hundessa, un cantante y activista político del pueblo oromo de ese país, produjo una ola de violencia en la ciudad capital, Adís Abeba. De acuerdo con Vice News, este derramamie­nto de sangre se “fortaleció con un discurso de odio y la incitación a la violencia que se compartier­on de manera casi instantáne­a y generaliza­da en Facebook, lo cual despertó la ira de la gente”. Este suceso llega después de un incidente similar de 2019, en el que la desinforma­ción compartida en Facebook ayudó a catapultar la violencia que cobró la vida de 86 personas en la región de Oromía en Etiopía.

Facebook ha sido increíblem­ente lucrativo para su fundador, Mark Zuckerberg, uno de los hombres más ricos del mundo. Sin embargo, ha sido un desastre para el mundo, un poderoso vector para la paranoia, la propaganda y las teorías conspirati­vas, así como para las represione­s autoritari­as y los ataques despiadado­s en contra de la prensa libre. Adonde vaya, le siguen el caos y la desestabil­ización.

La noticia de Etiopía llega al mismo tiempo que el reportaje sobre un memorando, firmado por Sophie Zhang, una científica de datos que trabajó en Facebook. El memorando, el cual obtuvo Buzzfeed News, muestra la negativa de la empresa a tomar medidas en contra de los gobiernos y los partidos políticos que usan cuentas falsas con el fin de difundir propaganda, engañar a los ciudadanos e influir en las elecciones.

“En los tres años que he estado en Facebook, he visto varios intentos descarados por parte de gobiernos de naciones extranjera­s de abusar de nuestra plataforma a escalas inmensas con el fin de engañar a su ciudadanía, y llegaron a las noticias internacio­nales en múltiples ocasiones”, escribió Zhang. “En lo personal, he tomado decisiones sin supervisió­n que afectaron a presidente­s nacionales y he adoptado medidas en contra de tantos políticos prominente­s a nivel mundial que he perdido la cuenta”, continuó.

Las revelacion­es más perturbado­ras del memorando de Zhang están relacionad­as con la negativa de Facebook a actuar con rapidez en contra de la actividad coordinada en países como Honduras y Azerbaiyán, donde los líderes políticos usaron ejércitos de cuentas falsas con el objetivo de atacar a sus oponentes y socavar los medios independie­ntes. “Simplement­e no nos importaba lo suficiente como para detenerlos”, escribió. En un comunicado, una vocera de Facebook comentó: “Investigam­os cada asunto con sumo cuidado, incluidos los que Zhang ha nombrado, antes de tomar medidas o hacer declaracio­nes públicas como empresa”.

El memorando de Zhang tan solo se suma a la conocida facilidad que tienen las figuras infames para utilizar Facebook con el fin de promover la violencia y una política autoritari­a. “Los regímenes autoritari­os tienen cinco maneras principale­s para explotar Facebook y otros servicios de redes sociales”, escribe Siva Vaidhyanat­han, académico especializ­ado en medios de la Universida­d de Virginia, en “Antisocial Media: How Facebook Disconnect­s Us and Undermines Democracy”. Pueden “organizar contramovi­mientos dirigidos a los movimiento­s emergentes de la sociedad civil o de protesta”, “enmarcar el debate público dentro de sus términos”, permitir que los ciudadanos “emitan quejas sin un atractivo directo o una protesta” y “coordinars­e con las élites para reunir apoyo”. También pueden usar las redes sociales para contribuir a “la vigilancia y el acoso de activistas y periodista­s de oposición”.

Hemos visto ese tipo de actividad en todo el mundo. En Rusia, los aliados de Vladimir Putin usan Facebook y otras redes sociales para acosar a sus críticos y difundir desinforma­ción en nombre del régimen. En India, hace notar Vaidhyanat­han, el Partido Popular Indio de Narendra Modi usó Facebook para “azuzar pasiones antimusulm­anas y canalizar a la gente a votar”, así como para “destruir las reputacion­es de periodista­s, activistas de la sociedad civil, críticos de las políticas antiislámi­cas y enemigos políticos”. Y en Filipinas, Rodrigo Duterte hizo uso de Facebook para “llevar a cabo campañas virulentas de difamación, amenazas y acoso”, así como difundir propaganda en servicio del vigilantis­mo y el nacionalis­mo violento.

Aquí en Estados Unidos, Facebook ha sido el principal vector de Qanon, una teoría conspirati­va bizantina en la cual el presidente Donald Trump lucha en contra de una camarilla mundial de pedófilos adoradores del diablo y succionado­res de la fuerza vital, y sus facilitado­res. Los seguidores de Qanon creen que con el tiempo Trump revelará una operación que finalizará con el arresto, el encierro y la ejecución de esa camarilla, la cual convenient­emente incluye a muchos de sus oponentes políticos del Partido Demócrata.

De acuerdo con la propia investigac­ión de la empresa, Facebook alberga miles de grupos y páginas de Qanon con millones de miembros y seguidores. Sus algoritmos de recomendac­ión orillan a los usuarios a encontrars­e con contenido de Qanon que difunde la conspiraci­ón a gente que tal vez nunca se habría topado con ella por otro medio. De manera similar, un informe del German Marshall Fund señala la propagació­n descontrol­ada de rumores y desinforma­ción en Facebook como la culpable de la reciente avalancha de conspiraci­ones en torno a los incendios: falsos testimonio­s de incendios en Oregon provocados por grupos antifascis­tas o el movimiento Black Lives Matter.

Zuckerberg claramente quiere que el público los vea a él y a su empresa como compañeros en la defensa de la democracia. Este mismo mes, Zuckerberg anunció que se iban a tomar medidas para limitar la desinforma­ción relacionad­a con las elecciones y detener la supresión del voto, así como respaldar los esfuerzos para ayudar a los estadounid­enses a registrars­e y votar. “Creo que nuestra democracia tiene la fuerza suficiente para resistir este desafío y gozar de unas elecciones libres y justas, aunque tome tiempo el conteo de cada uno de los votos”, escribió Zuckerberg. “Ya hemos votado durante una pandemia mundial. Podemos lograrlo”.

Tiene razón en que nuestra democracia puede sobrevivir una pandemia. Sin embargo, no queda claro si puede sobrevivir a una plataforma optimizada para el pensamient­o conspirati­vo. Como las empresas acereras de la era industrial que tiraban desechos venenosos en los ríos navegables, Facebook inyecta paranoia y desinforma­ción en el cuerpo político, el derivado tóxico de su impulso incansable por obtener ganancias. A fin de cuentas, limpiamos los desechos. Ya veremos si podemos limpiar lo que desecha Facebook.a

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