El Diario

Mano de obra latina detrás de la Semana de la Moda

Costureras y cortadores dan el toque hispano a diseños que se exhiben en la pasarela de la Gran Manzana

- José Martínez

Las transmisio­nes de los desfiles de moda de Ralph Lauren y Christian Dior no eran parte del ‘Prime Time’ del canal de televisión Ecuavisa que veía Sabrina Rosado en su casa en Guayaquil, Ecuador en la década de los 80.

Sin Internet, ni redes sociales, acercarse a la moda de las grandes pasarelas era casi imposible para la entonces joven de 30 años, que dedicaba sus días en soñar en grande desde la sala de su casa donde creaba diseños y cocía para clientas locales.

La libertad del arte de crear y confeccion­ar prendas de vestir era la fuerza que la impulsaba a continuar su camino, sin imaginar que algún día se codearía con los diseñadore­s más importante­s de la moda internacio­nal. Pero hoy ese sueño es una realidad y ella lo celebra.

Con una sonrisa gigantesca y una cabellera dorada recién arreglada, la ecuatorian­a que alguna vez, poco después de su llegada a Nueva York en 1992, atravesara por circunstan­cias que solo aquellos inmigrante­s indocument­ados podrían expresar, es hoy en día una pieza clave en la próxima colección de otoño del diseñador colombiano Raúl Peñaranda, que se presentará durante la Semana de la Moda 2019 que actualment­e se realiza en la Gran Manzana.

Aún no lo cree, pero es real. Han sido años de árduo trabajo que han dado frutos jugosos. No solo Rosado es hoy ciudadana americana, sino que sus manos han sido creadoras de vestidos de grandes marcas como Jones New York, Donna Karan y Badgley Mischka.

“Al principio fue muy duro porque venía de trabajar en mi propia empresa”, comentó Rosado, quien al poco tiempo de recibir su ‘Green Card’ logró su primer “gran trabajo”.

“En 1999 fui a un fashion show de la diseñadora Donna Karan y estaban necesitand­o personas [para trabajar] y entré como freelance, pero ahí mismo conocí a una chica que me dijo: por qué no te vas a trabajar a Jones New York y llevé mi aplicación y me contrataro­n. Ahí comenzó todo este sueño”, señaló la ecuatorian­a mientras adelanta uno de los trajes principale­s del desfile.

A sus 66 años, la costurera tiene claro que aún falta mucho por hacer, y “por mostrar”. Cada año se llena de orgullo cuando ve a las modelos caminar por la pasarela con sus trajes, y quiere que eso continúe.

“Estoy haciendo mi sueño realidad. Para mi ha sido muy importante trabajar para estas grandes marcas porque me han ayudado a seguir avanzando y creciendo en esta industria”, apuntó Rosado, quien vive en El Bronx junto a una de sus hijas que trajo de Ecuador el año pasado. “Todo esto me encanta y cuando veo el desfile y veo mis vestidos en la pasarela me siento muy orgullosa de que algunos de ellos han llegado hasta Hollywood”.

La práctica hace al maestro

Si alguien se ha ganado el respeto y la admiración en la industria de la modistería de alta costura en el Distrito Garment, también conocido como el Centro Garment, el Fashion District o el Fashion Center, un vecindario ubicado en Manhattan donde se concentra gran parte de los talleres de moda de la ciudad, es Sonia Herrera de Burgas.

A sus 73 años, Herrera, originaria también de Guayaquil, Ecuador, sigue entregada al oficio del corte y la confección de trajes para mujeres. Trabajando al lado de su paisana, Rosado, la hispana residente en Queens no oculta su emoción por ser parte de una semana más de la moda en la ciudad que la adoptó hace más de 50 años.

“A ver si el próximo año ya me retiro”, bromeó la hispana, quien, pese a que sus dos hijos le han pedido que se pensione, la pasión por la moda y las telas la sigue trayendo de vuelta a los talleres del centro de Manhattan.

No han sido años fáciles, pero tampoco se queja. Aterrizó en el mundo de la alta costura “por accidente”, y se enamoró.

“En esa época yo iba y venía vendiendo ropa que compraba aquí en Estados Unidos a mis clientes en Ecuador pero mis amigas se vinieron a vivir y ellas eran modistas, así que me vine con ellas y me quedé también. Tenía solo 21 años”, recordó Herrera. “Andaba siempre con ellas y así aprendí a cocer”.

Y sí que aprendió. Las manos de la costurera no solo están detrás de los diseños de vestidos de novia de la diseñadora Paula Varsalona, y los de gala de Peñaranda, sino también de los de su propia línea que comercia en España y Suiza a través de su familia y que, según cuenta, continuará haciendo tras su retiro de las grandes marcas en Nueva York.

Sin embargo, esa posibilida­d de alejarse de los talleres aún está lejana. Herrera disfruta cada segundo del mundo detrás del lino, el chifón y la seda y no se pierde un evento de la Semana de la Moda. Su mayor alegría es cuando lograr asistir a un desfile y compartir con sus hijas esas creaciones.

“Esa sensación es muy bonita cuando va desfilando la modelo por la pasarela y todo el mundo dice: qué bonito vestido y lo aplauden, y uno se siente bien también de que el diseñador haya triunfado por nuestra ayuda”, indicó Herrera.

“Yo llevo a mis hijas y les digo: miren ese vestido lo hice yo y ellas se emocionan y hacen videos diciendo: este vestido lo hizo mi mami y eso es algo muy bonito para mi”.

De la música a la moda

En 1990 Freddy Tirado tomó

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FOTOS JOSÉ MARTÍNEZ La alta costura también cuenta con mano de obra latina.

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