LA FÉRREA LUCHA POR EL CONTROL DE LA SUPREMA CORTE
La determinación del presidente Donald Trump de nominar a la jueza que reemplazará a Ruth Bader Ginsburg en la Suprema Corte de Justicia ha desencadenado una férrea lucha entre republicanos y demócratas que ha profundizado más la incertidumbre electoral.
Con sobrada razón, los demócratas argumentan que debido a que las elecciones ya están en curso, lo justo sería esperar a que sea el nuevo presidente el que nomine a quien sustituirá a Ginsburg. Esto es lo que la fallecida magistrada expresó como uno de sus últimos deseos y es además el argumento que los republicanos esgrimieron en 2016 para impedir que Barack Obama nominara al sustituto del fallecido Antonin Scalia: que en un año electoral le corresponde al nuevo mandatario nominar a un nuevo miembro de la Suprema.
Pero ahora que los papeles han cambiado, en una demostración total de incongruencia con su postura de hace cuatro años, los republicanos no tienen empacho en reclamar su derecho a nominar a la nueva magistrada de la Suprema Corte. Y, a diferencia de los demócratas en 2016, es muy probable que lo logren porque tienen el control del Senado.
Para los demócratas la esperanza sería que al menos cuatro senadores republicanos se opusieran a la nominación antes de las elecciones. Hasta ahora, solo dos han manifestado que no apoyarán a Trump en este esfuerzo: Susan Collins, de Maine y Lisa Murkowski, de Alaska.
A pesar de que por ahora todo pinta bien para los republicanos, Nancy Pelosi, líder de la Cámara Baja ha dejado
Crucial
Están en juego temas claves y polémicos.
claro que los demócratas no se darán por vencidos fácilmente. Hace unos días dijo que incluso podría recurrir nuevamente a un proceso de destitución política contra Trump. En respuesta, el mandatario afirmó que esto sólo lo catapultaría a la reelección.
Si los republicanos logran su cometido, podrán avanzar de manera importante su agenda al menos para los siguientes 20 años. Con una Suprema Corte fuertemente conservadora están en juego temas tan delicados y controversiales como la migración, la posibilidad de que se cancele el seguro de salud Obamacare, el derecho al aborto, a los matrimonios igualitarios, la política hacia el cambio climático e incluso la decisión final sobre el ganador de las elecciones de noviembre, dados los problemas logísticos y legales que se prevén.
Debido a la enorme importancia que tienen todos estos temas para marcar el rumbo político, económico y social del país, se anticipa que tanto la base demócrata como la republicana votarán en números récord estas elecciones. Después del anuncio de Trump de que nominará a la sucesora de Ginsburg, los demócratas informaron que recibieron millones de dólares en donaciones y en los estados donde ya se puede votar, como Minnesota y Virginia, se han registrado largas filas de participantes. Esto es un claro indicativo que al menos el interés por participar está más fuerte que nunca.•