NO HABRÁ RATIFICACIÓN DE MAGISTRADO/A
La batalla política entre republicanos y demócratas ha sido constante durante la actual gestión presidencial. A un poco más de un mes de las elecciones del 3 de noviembre, esta batalla se torna más despiadada, especialmente ante el nombramiento inminente de un nuevo/a magistrado a la Corte Suprema de Justicia por el mandamás de la Casa Blanca.
Los senadores republicanos dicen tener argumentos constitucionales para ratificar el nombramiento de un nuevo magistrado en reemplazo de Ruth Bader Gingsburg. Creo que tienen razón. Sin embargo, los republicanos no tienen la ética de su lado ni mucho menos los artificios políticos para llevar a cabo semejante propósito.
En este sentido, los republicanos no lograrán sobrellevar el proceso de ratificación del nuevo magistrado a pesar de que tienen 53 curules a su favor en el Senado. Necesitan 51 para salir airosos o, incluso, bastaría el voto de 50 senadores. En un eventual empate (50 a 50), el vicepresidente es el encargado de desequilibrar la balanza.
A la hora de decidir el futuro de la Corte Suprema de Justicia son los demócratas quienes realmente tienen la última palabra.
Algunos senadores republicanos que están buscando la reelección de su puesto en las elecciones del 3 de noviembre, tienen la presión de sus constituyentes para detener el nombramiento. Muchas son mujeres en los sectores suburbanos que se preocupan de sus seguros médicos y la capacidad de decidir por ellas mismas en cuestiones
Voto
Hay republicanos que tienen la presión de sus constituyentes.
de parar o no un embarazo. Una magistrada ratificada por los republicanos abrogaría estos derechos.
En estas condiciones se encuentran las senadoras Susan Collins de Maine, Lisa Murkowsky de Alaska. Hay otros senadores que no participarán en el proceso de reelección este noviembre, pero un voto aprobatorio repercutiría hasta el momento que tengan que hacerlo.
Por otra parte, los demócratas tienen a su favor un elemento legal-político que seguramente va a ser usado si es que la situación lo amerita.
Se trata del “filibuster”, misma que consiste en utilizar el podio de la plataforma del Senado para hablar y hablar de “lo que se le pega la gana”. Cualquier senador demócrata puede hacer uso de este mecanismo para detener el proceso de nombramiento.
Sin embargo, el artificio político del “filibuster” es sumamente controversial y trae consecuencias negativas al partido político que la utiliza. Los demócratas podrían perder votos en algunos estados indecisos.
Así, Trump, el senador Micth McConell y los otros líderes republicanos saben que no se va a poder elegir a un nuevo/a magistrado/a antes de as elecciones de noviembre, pero también tienen claro que es una buena estrategia política para por lo menos mantener mayoría en el Senado.•