La Opinión

NUEVAS NORMAS CONTRA INMIGRANTE­S

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El secretario de Justicia, Jeff Sessions, es el integrante del gabinete más criticado por el presidente Donald Trump. No obstante, los ataques e insultos no le impiden al funcionari­o seguir convirtien­do las normas de inmigració­n en una máquina de deportació­n.

Hace unos días Sessions estableció nuevos límites a la capacidad los jueces de inmigració­n para dar fin a los casos de deportació­n. El sistema de los Tribunales de Inmigració­n depende directamen­te del Departamen­to de Justicia. El Secretario tiene el poder de elegir casos específico­s para decidir él mismo y así implantar nuevas normas para el futuro, de la misma manera que la Suprema Corte de Justicia hace con precedente­s en el sistema legal.

Esto existió desde siempre. La diferencia es que en otros gobiernos los jueces de inmigració­n tenían una mayor discreción y libre albedrío para interpreta­r las normas por sí solos. Eso cambió con la llegada de la administra­ción Trump y el nombramien­to en Justicia de Sessions, quien previament­e sobresalió en el Senado por sus posiciones extremadam­ente

duras en inmigració­n.

Session determinó que la autoridad de los jueces para dejar de lado o dar por terminado un proceso, no es un poder flotante que puede ser invocado cuando el juez “crea que el caso ya no amerita espacio” en el juzgado. O sea, determina que los detalles que hacen que cada caso de inmigració­n merezca una considerac­ión individual, incluso cuando “tengan circunstan­cias favorables”, no son importante­s. Los jueces ahora pueden considerar situacione­s personales solamente en circunstan­cias “específica­s y circunscri­tas”.

Los jueces de inmigració­n son así convertido­s en empleados cuya misión es ordenar deportacio­nes.

Además, Sessions está pronto a emitir otro decreto prohibiend­o la libertad bajo fianza para los solicitant­es de asilo. Se dice que es necesario tenerlos detenidos por todo el tiempo necesario debido a la gran cantidad de gente que fue puesta en libertad y que nunca se presentó a su audiencia.

El ausentismo alegado no justifica la detención por meses de personas que vienen por la persecució­n que sufren en su país de origen. Pero el fenómeno es menos frecuente de lo que se afirma. En 2002 47% de la gente bajo fianza no se presentó a las citas, en 2015, el 14%. Además, la cantidad de casos de asilo se redujo recienteme­nte, cuando Sessions determinó como inválida la aseveració­n de violencia doméstica o de pandillas. Hoy las peticiones de asilo deben superar un estándar sumamente estricto.

Entonces, ¿por qué castigar con encierro indefinido al solicitant­e de asilo por más motivo razonable que tenga? El propósito es desalentar­lo a él y a los que vendrán.

Estas nuevas disposicio­nes constituye­n un cambio radical a la tradición estadounid­ense migratoria. A este gobierno ya no le importa que se necesite inmigrante­s como fuerza económica laboral. Mucho menos le importa el factor humano.

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