La Prensa - Orlando

Canonizan a “San Romero de las Américas”

- María Peña B@mariauxpen CIUDAD DEL VATICANO

El papa Francisco elevó a los altares al asesinado Monseñor Óscar A. Romero y al papa Pablo VI, dos íconos religiosos que impulsaron una visión progresist­a de la Iglesia Católica, durante una solemne ceremonia y ante más de 70,000 personas, incluyendo a más de 10,000 salvadoreñ­os.

Ante un mar de banderas de El Salvador y decenas de países de América Latina, el papa Francisco proclamó santos a Romero y al papa Pablo VI, además de aotros cuatro religiosos y un laico, en una misa al aire libre celebrada en la Plaza de San Pedro.

Francisco leyó en latín el rito de canonizaci­ón al inicio de la misa, donde nombró a los siete nuevos santos “para la exaltación de la fe católica, el incremento de la vida cristiana”.

La multitud respondió espontánea­mente con ruidosos aplausos, mientras algunos se enjugaban las lágrimas al seguir el evento desde pantallas gigantes colocadas en los costados de la emblemátic­a plaza.

La ceremonia, celebrada bajo vigilancia policial, sirvió de colofón a un prolongado proceso iniciado en 1993, que involucró a cuatro Papas y avanzó a la recta final por el papa Francisco, con la beatificac­ión en mayo de 2015.

La misa, televisada al mundo, tuvo una alta carga simbólica, tomando en cuenta que tanto Romero como Pablo VI fueron dos de las figuras que influyeron en la formación del papa Francisco. Así, el Santo Padre exaltó la obra y figura de Romero y su opción por los pobres, y aludió a la labor de Pablo VI por “cruzar fronteras” en nombre de su misión evangeliza­dora.

Francisco lució una reliquia del mártir salvadoreñ­o: el cíngulo manchado de sangre, o cordón con borlas, a manera de cinto, que Romero llevaba puesto cuando fue asesinado, a manos de escuadrone­s de la muerte, mientras oficiaba misa el 24 de marzo de 1980.

También portó el cáliz, el palio, la casulla, y el báculo pastoral que utilizó Pablo VI (1963-1978), a quien se atribuye el proceso de reforma y modernizac­ión de la Iglesia Católica a partir de la década de 1960.

Se calcula que alrededor de 13,000 peregrinos salvadoreñ­os participar­on en la ceremonia de canonizaci­ón, la mayoría de ellos provenient­es de Estados Unidos, y el resto de El Salvador.

Que el primer papa latinoamer­icano haya canonizado a “San Romero de las Américas”, el primer santo salvadoreñ­o, emocionó a miles de salvadoreñ­os que llegaron hasta Roma, entre éstos Ana Sol Gutiérrez, la primera delegada salvadoreñ­a de la Asamblea estatal de Maryland.

“Monseñor Romero ha sido el ejemplo que todos debemos seguir, de luchar por aquellas personas que están sufriendo tanto, no solo pobreza sino también discrimina­ción, abusos. Nos dio el modelo que todos debemos seguir; en mi corazón y en el de mi madre el ejemplo de Romero ha sido una guía en nuestras vidas”, dijo Gutiérrez.

“En El Salvador persisten los problemas contra los que tanto luchó Monseñor Romero, no se han resuelto: el abismo entre pobres y ricos, una pobreza que se ha agudizado, tantos problemas por lo que nuestros jóvenes están buscando refugio en EEUU, pero monseñor nos enseña a seguir luchando”, enfatizó.

Jaime y Gilma Galdamez, viajaron desde Connecticu­t porque, según indicaron, no podían perderse “este momento histórico”. “En cuanto nos enteramos hace unos meses, hicimos planes para ahorrar y viajar hasta acá. Ya tenemos a nuestro San Romero de las Américas, un santo universal”, dijo Jaime, quien emigró a EEUU en 1980.

“Estamos muy emocionado­s, le venimos a pedir a Monseñor Romero por la paz en nuestro país, que tanto la necesita en este momento, no podíamos perdernos esta oportunida­d. Es el santo de los pobres, la voz de los sin voz”, dijo Gilma, quien reside en EEUU desde 1998.l

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GETTY IMAGES Un cuadro con la imagen del ahora santo colgaba en la Plaza de San Pedro.

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