Esquire (Spain)

Más que nunca, música

- Jorge Alcalde @joralcalde @alcalde.jorge

Un gran ejecutivo de una gran compañía discográfi­ca me contaba el otro día que el número de músicos que producen obras profesiona­lmente se ha duplicado en menos de cinco años. Antes de la pandemia, el 90% de la producción musical a la venta era obra de algo más de 25.000 autores o grupos. Hoy, el negocio se sustenta con el trabajo de algo más de 50.000 nombres.

Llegar al top 10 en esa selva de lanzamient­os es realmente difícil. Y más aún cuando el medioambie­nte no juega a favor. Sentado en un sofá de su casa en Londres, el gran Ronnie Wood daba en el clavo durante la entrevista en exclusiva que nos concedió para este número. “Hoy no hay muchos lugares donde pegarte de bofetadas con otros grupos como el tuyo. Si no tienes la suerte de estar entre los más descargado­s en una plataforma de streaming no encuentras un lugar para exhibir tu música”.

Algunos crecimos al calor de multitud de programas de radio y televisión donde había una especie rara en peligro de extinción llamada ‘música en directo’. Acudían grupos de todo pelo –por categorías, por estilos, por grado de necesidad y hambre– y desplegaba­n su arte. Se peleaban entre ellos en una suerte de competició­n en un barro de partituras y los que no ganaban, al menos aprendían. Las audiencias forjaban oído y los músicos hacían callo. Hoy las cosas son diferentes. No soy tan atrevido como para decidir si mejores o peores. Para un gran ejecutivo de una gran compañía discográfi­ca, vista su cuenta de resultados de 2021, seguro que son mejores. Para Ronnie Wood falta espíritu de tribu, aventura y sudor. ¿Son malos tiempos para los músicos y buenos para la música?

Curiosa paradoja. Nunca ha sido tan necesaria como ahora la música. Quizá nunca nos haya acompañado tanto. Atrás quedaron los años en que había que esperar a llegar a casa para poner de nuevo el vinilo polvorient­o, años de guardar la entrada del concierto con celo o poner el despertado­r para no olvidarte de escuchar el Vuelo 605 de hoy.

Ahora tenemos música 24/7. Va contigo en el móvil, en el reloj, en el coche, implantada en un neurochip... ¡qué mas da! Haces clic y aparece a tu lado. Nuestra conciencia colectiva está hecha más que nunca de notas y ritmos. No hay excusa para el silencio. Pero puede que en ese frenesí de propuestas se esté diluyendo el viejo carácter del artista. ¿Puede nacer de este caldo de cultivo una propuesta que perdure 60 añazos sin perder un ápice de su valor, como acaban de cumplir los Rolling Stones?

Me temo que yo no viviré para contarlo. Juro que me encantaría sentarme dentro de seis décadas en un sofá con Alizzz (al que escuché por primera vez en directo hace unas semanas y me enganchó), con Rosalía, con Fedez (¡por favor, aguanta!), con Harry Styles, con Nicki Nicole... y charlar viejitos de cómo ha cambiado el negocio de la música y cómo están preparando sus giras 60th Anniversar­y.

Para que eso ocurriera tendrían que pasar dos cosas: que yo me sometiera a un proceso de criogeniza­ción celular para convertirm­e en inmortal y que la música de hoy cuente con el apoyo, la creativida­d y la valentía necesarias por parte de los grandes ejecutivos de las grandes compañías... De una de las dos cosas no estoy del todo seguro.

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