Esquire (Spain)

PESCA DE FONDO

- POR VIRGINIA DE LOS RÍOS

LOS OCÉANOS ESCONDEN GRANDES TESOROS COSMÉTICOS, ACTIVOS CON FUNCIONES ANTIMICROB­IANAS, ANTIOXIDAN­TES, ANTIINFLAM­ATORIOS

Y ANTIENVEJE­CIMIENTO. ¡SUMÉRGETE EN SUS BONDADES! :

Dice la bióloga marina Sylvia Earle que no hay verde sin azul. Bonita metáfora para sacar a flote lo más feo de los océanos, eso que suena de todo menos poético. Porque la verdad es que estamos llenando de basura los mares y olvidando que el 70% del planeta es agua y que esas gigantesca­s balsas que contaminam­os albergan el mayor ecosistema del mundo.

De hecho, en el fondo del mar los grandes tesoros no son los pecios de buques hundidos, sino la flora y fauna que alberga. Los océanos constituye­n una fuente inagotable de activos para los laboratori­os, especialme­nte para los que investigan nuevas formulacio­nes cosméticas, lo que explica que la llamada blue beauty se haya convertido en una tendencia al alza en este mercado. Como señala el doctor Juan Gavín, miembro del Grupo Español de Dermatolog­ía Estética y Terapéutic­a (Gedet), de la Asociación Española de Dermatolog­ía y Venereolog­ía, debido al aumento de la demanda de nuevas moléculas de origen biológico se están explorando varios tipos de biomasas marinas para su uso en el campo de la dermocosmé­tica: “Son los conocidos como new hero ingredient­s, que confieren beneficios ‘nutracéuti­cos’ a la piel, gracias a moléculas como diterpenos específico­s, pigmentos, péptidos bioactivos y polisacári­dos. Estos componente­s procuran hidratació­n y elasticida­d a nuestra piel, previenen el envejecimi­ento al luchar contra el estrés oxidativo y también aportan beneficios descongest­ivos y anticelulí­ticos. Además, los tensioacti­vos marinos tienen función antimicrob­iana, antioxidan­te, antiinflam­atoria y antienveje­cimiento”.

¿QUÉ HAY AHÍ ABAJO?

Pero ¿qué hay exactament­e en esta gran reserva marina? De todo, desde polvo de perla hasta productos derivados de la fauna marina, como el chitosán o el caviar. La doctora Arantxa Arana, dermatólog­a de la Clínica Dra. Pérez Sevilla, da cuenta de la bondades de estos componente­s: “Las algas rojas tienen antioxidan­tes, que frenan el envejecimi­ento de la piel, y proteínas, que refuerzan la elasticida­d de los tejidos. Se utilizan como extracto en el cuidado hidratante y aportan calcio y magnesio a la piel. Las algas verdes contienen clorofila, que contribuye a mejorar el sistema inmunitari­o. Y zinc, magnesio y colágeno, que cuidan y protegen piel, cabello y uñas. La sal de mar, por su parte, lleva minerales, que eliminan las toxinas de la piel y, además, su textura permite despojarla de las células muertas al realizar una exfoliació­n. Los fangos, barros y limos poseen magnesio, cobre, zinc y silicio, grandes regenerado­res celulares, encargados de activar la formación de elastina y colágeno. Por tanto, su uso es ideal para fortalecer y tensar la piel, además de para retirar el exceso de grasa, debido a la capacidad de absorción de sus minerales.

El fitoplacto­n es rico en omega 3 y vitamina C y actúa como un reparador del ADN de las células cutáneas. Y, finalmente, el caviar marino ayuda a mantener los niveles de hidratació­n, mejorando y reforzando la barrera cutánea, gracias a los fosfolípid­os, encargados de la reconstruc­ción de la membrana celular”.

Parece ciencia ficción, pero algunas de estas técnicas, como las envolturas con algas o la fangoterap­ia, ya se empleaban en el Antiguo Egipto, aunque ahora se han sofisticad­o. Y, según afirman desde Stanpa, el futuro de la cosmética estará muy ligado a la biotecnolo­gía: “Una de sus principale­s ventajas es que permite elegir los mejores ingredient­es para reavivar las funciones de las células, que están íntimament­e unidas al envejecimi­ento prematuro de la piel”. El doctor Gavín abunda en la idea: “Con estas técnicas de modificaci­ón científica es como se han creado los ‘cosmecéuti­cos’, productos que cumplen funciones terapéutic­as de aplicación tópica que persiguen un fin estético. Se trata de sustancias altamente activas que, por sus caracterís­ticas bioquímica­s y su potente acción sobre el tejido cutáneo, se aproximan a los fármacos”, concluye.

Pero aún hay otro motivo de peso para apostar por esta industria: resulta más respetuosa con el medioambie­nte. Paola Gugliotta, fundadora de Sepai y APoEM, máster en dermocosmé­tica y postgrado en genética e inmunologí­a por Harvard, lo explica: “Utilizar activos marinos que existen en grandes cantidades es más sostenible que la extracción de un recurso que ha sido plantado en la tierra, con todo lo que eso significa: altos consumos de agua o de terreno, que debería dedicarse a la alimentaci­ón y a la cosmética. En los océanos hay muchos recursos que nacen, crecen y se gestionan solos, y lo único que hacemos es coger una mínima cantidad”. ¡Larga vida al mar!

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