VOLVER A CASA
Este oasis en medio del paisaje urbano de Medellín alberga la historia del trotamundos que lo habita.
Este pequeño oasis en medio del paisaje urbano de Medellín, Colombia, alberga la historia de vida del trotamundos que lo habita.
ARCHITECTURAL DIGEST
Dentro del consciente colectivo de la cultura indígena latinoamericana, un chamán es aquel que, por medio de sus manos, logra sanar los padecimientos de los seres vivos. Para el arquitecto de origen antioqueño, Pablo Camilo Uribe, un concepto como éste puede ir mucho más allá de las curas para los males que nos aquejan. Según Uribe, existe el “chamanismo” del espacio. Su casa es un vivo reflejo de esta filosofía de vida.
Camuflada dentro de una arquitectura discreta a la vista y bajo un bosque tropical se esconde Casa Verde, un proyecto a varias manos y en constante renovación. Aquí el verde, las texturas orgánicas, el aire fresco y el arte joven son los protagonistas.
Si bien este espacio no era completamente ajeno a Pablo, le tomó poco menos de dos décadas volver a casa y apropiárselo. Uribe vivió en ciudades como Londres, Miami e Ibiza, donde desarrolló proyectos para Lady Victoria Waymouth, B&B Italia y Calvin Klein, entre otros, antes de regresar a la ciudad que lo vio nacer. “En los años noventa todos nos fuimos y, en esa época, estuvo muy bien. Pero en 2017 sentí que ya era hora de regresar. Hay mucho por hacer aquí. Especialmente desde el diseño y la arquitectura; creo que hasta ahora se está destapando la superficie”, comenta el arquitecto. Y qué mejor lugar para iniciar esta nueva etapa de vida que la que fue antiguamente la casa de sus padres.
Durante aproximadamente 50 años, Casa Verde ha pasado por múltiples intervenciones de arquitectos como Alejandro Morales (1987) y Guillermo Arias (2005), quien en 2010 regresó a diseñar un anexo por petición de Uribe. “Para mí como arquitecto fue un lujo trabajar con un gran amigo al que admiro mucho”, agrega Pablo Uribe al hablar del gran valor arquitectónico que —a lo largo de un área cubierta de 952 metros cuadrados— aportó esta colaboración. “Me di el placer de suavizar los
interiores a partir de la comodidad, la procedencia, los objetos y el arte que cuenta una historia personal”, agrega Pablo Uribe.
Esta casa se vive en dos grandes bloques que, desde el diseño, dirigen la utilidad de sus espacios. Por un lado, se encuentran la cocina, sala y comedor con un piso de concreto blanco fundido, paredes de pañete rústico y carpintería de zapán, que sirven de sombrero para una gran alcoba de huéspedes.
En frente, y entrando a otro universo, se encuentra la vivienda original donde diversos caminos guían por distintos recorridos. El lugar está rodeado de naturaleza abundante, y el interior se compone de materiales como el mármol royal verde, la teca, el guáimaro y las paredes estucadas. A lo largo y alto de tres pisos y un mezzanine, encontramos: un baño turco, sauna, salón de masajes, cuarto de huéspedes, salón, baños, terrazas, habitación principal y la oficina de Studio Uribe, desde donde Pablo —de la mano del arquitecto colombiano Daniel Schaefer— busca transmitir (a los proyectos que llevan su firma) ese chamanismo que lo identifica.
Finalmente, el arquitecto concuerda con que el verdadero significado del lujo no se ve reflejado en lo material, sino en lograr un estilo de vida coherente y, sobre todo, tranquilo.
“Me di el placer de suavizar los interiores a partir de la comodidad”, PABLO URIBE.