CAMPO Y PLAYA
Un hogar elegante y relajado en la costa de Normandía fue remodelada por la interiorista Jessica Barouch.
Una vivienda elegante y relajada en la costa de Normandía fue remodelada por Jessica Barouch.
A la interiorista francesa Jessica Barouch le apasionan los objetos. “No colecciono cosas sólo para acumularlas. Siempre busco experimentar una emoción cuando adquiero algo”, expresa. En especial le gustan las lámparas de cerámica mid-century de Gordon & Jane Martz para los Marshall Studios de Indiana, así como las creaciones de madera del arquitecto y carpintero George Nakashima. En 2010, su amor por el diseño la impulsó a fundar la galería Jessica Art en la Rive Gauche de París. En este espacio es donde Barouch presenta las piezas de las que se enamora. Hace poco, incluyó a su colección velas de Mad et Len, obras del diseñador belga Michaël Verheyden y jarrones del estudio de cerámica basado en Ámsterdam, Floris Wubben.
Para sus proyectos de diseño interior, a Jessica le gusta tomarse el tiempo necesario para encontrar las piezas adecuadas. “Nada es elegido por casualidad”, comparte Jessica. “En cada espacio dedico especial cuidado y esmero, como si se tratara de la decoración de mi propio hogar”, agrega.
Jessica conoce a la dueña de esta casa de campo desde hace más de una década, que está ubicada cerca de la elegante localidad costera de Deauville, en Normandía. La propiedad pertenece a Judith Milgrom —fundadora de la firma de moda Maje, que hoy cuenta con 500 boutiques en todo el mundo—.
Compuesta por dos estructuras independientes, pero unidas por la típica estructura normanda, la morada se siente muy escondida en el corazón del campo. Se accede a ella por un camino sinuoso; y es hasta atravesar la puerta principal y observar a través del ventanal, que aparece a lo lejos la vista hacia el mar.
Uno de los objetivos principales de Jessica Barouch en la remodelación de esta propiedad fue abrir al máximo las vistas. “Cuando Judith conoció la casa por primera vez, los interiores le parecieron muy reducidos y oscuros”, recuerda Jessica. “Tenía jardines sublimes a su alrededor, pero muy poco acceso entre ellos”. Por esta razón eliminó las pequeñas ventanas con travesaños, y en su lugar instaló amplios ventanales con puertas. También derribó varios muros para crear un espacio de vida más abierto. a
Barouch mantuvo el estilo original del inmueble, pues conservó sus características arquitectónicas principales. “Queríamos conservar el estilo normanda en la casa”, comenta. Así, las baldosas de terracota se mantuvieron firmes en su lugar y las vigas del techo quedaron expuestas, sólo se lijaron para quitarles varias capas de pintura oscura y para que tomaran un aspecto más ligero y natural. En otros espacios de la casa, la intervención de la diseñadora estuvo guiada por una búsqueda de simplicidad. “No quería nada que pudiera distraer visualmente. Para Judith, los elementos tienen que ser funcionales y sencillos, pero también deben poseer alma”.
Los interiores de Barouch suelen incluir tonos terrosos como el ocre, el ladrillo y el óxido, así como texturas naturales. “Siempre busco una cierta materialidad”, explica.
Las paredes de la sala fueron revestidas de yeso aplicado a mano, y la cocina se compuso de una yuxtaposición de marmorino, bronce y piedra de Gascuña. En las habitaciones, la diseñadora optó por colocar alfombras tejidas a mano y tapices de fibras naturales y seda.
Para un recoveco de tranquilidad en la sala, se eligieron las lámparas rojas de pared Robert Mathieu y los sillones Finn Juhl, que son los muebles favoritos de Milgrom. Otros hallazgos vintage son la consola de Axel Einar Hjorth en el vestíbulo de la entrada, la silla Robin Day en el dormitorio principal y el sofá-cama Jean Prouvé en el rellano del primer piso.
Lo que realmente armoniza los interiores de Barouch es su acertada selección de diseño contemporáneo: reunió una coffee table de Piet Hein Eek, lámparas de pared de Studio KO y una mesa de comedor de Vincent Van Duysen, sobre la que cuelga una elegante lámpara de techo de bronce, del diseñador neoyorquino Mark Albrecht.
“El clima en Normandía no es el mejor del mundo, pero al menos tenemos un toque de mar”, expresa Jessica. Son pocas las referencias abiertamente costeras en esta casa, a pesar de su proximidad al Canal de la Mancha. La excepción es la piscina situada en la parte trasera, a la que Barouch —en colaboración con el arquitecto y paisajista Jean-luc Bonnet— rodeó con una cubierta de teca, y donde plantó un gran árbol de olivo, al estilo de las casas de playa de la Dune du Pilat (en el suroeste de Francia).
El resultado de esta residencia es un equilibrio armonioso entre la relajación y la elegancia.