DE AFUERA HACIA DENTRO
Frente al mar que bordea Cartagena, un complejo brutalista esconde un refugio playero, cálido y orgánico.
Frente al mar que bordea Cartagena, un complejo brutalista esconde un refugio playero.
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De afuera hacia adentro y de adentro hacia afuera: éste es un proyecto que se lee al revés. En el interior de las estructuras tradicionales del diseño arquitectónico, una casa se recorre desde las áreas sociales hacia las privadas; sin embargo, en este apartamento de poco más de 80 metros cuadrados, en el barrio de Bocagrande de Cartagena de Indias, su arquitecta decidió hacerlo al contrario. Aquí, la habitación principal es protagonista y, al mismo tiempo, es el hilo conductor de todo el lugar.
Creado como un refugio para un deportista de alto rendimiento, está pensado para desconectarse de lo cotidiano, sin estar completamente aislado del movimiento de una cuidad altamente turística. “Rompimos un esquema de vivienda tradicional, integrando los espacios para crear una morada más amplia”, comenta Jimena Londoño, arquitecta encargada de este proyecto de remodelación y de diseño interior.
Con integración, la arquitecta manizaleña habla del cambio estructural que hizo al abrir la habitación, eliminando las paredes que la separaban de la sala adjunta y del baño principal. “Era una vivienda para una persona soltera, quien eventualmente iba a dis
Este apartamento de esqueleto urbano se vive de forma fluida y orgánica.
frutar el espacio con más personas. Hicimos un interior que se viviera como un solo espacio y que, a su vez, pudiera independizar el cuarto principal cuando fuera necesario”, añade Londoño.
Esta autonomía se logró con la utilización de distintas capas como, por ejemplo, la gran cortina en lino que divide el cuarto del área social. Adicionalmente, paneles móviles en vidrio y madera —que usualmente se esconden detrás de la pared del baño— se pueden desplegar aumentando la sensación de privacidad dentro del espacio.
Este apartamento de esqueleto urbano se vive de manera fluida y orgánica, alusiva a la vida de playa. El efecto se debe en gran parte a la utilización de acabados como el piso en PVC de tono claro; y de accesorios como los textiles en lino, el algodón y la gualdrapa wayuu de la cojinería —que recubre un sofá en L y que descansa debajo de tres remos originarios de los pescadores de la zona—. Sin embargo, existe un elemento que fue crucial para lograr este efecto de cabaña playera: el recubrimiento en láminas aglomeradas en las paredes de las habitaciones. Este recurso además esconde los armarios a través de puertas invisibles. “Parecen listones de un barco. El diseño original del panel es de líneas verticales y apariencia textil. Nosotros le adicionamos un acanalado que le dio textura”, explica Jimena.
Para no desencajar por completo con el edificio que alberga este apartamento, el diseño de la cocina y los baños nos regresa a una estética contemporánea, al mezclar materiales como el mármol volakas en mesones; el poliuretano verde máquina en los compartimientos; la piedra labrada en los lavamanos; el vitroblock en paredes; el mosaico taupe oscuro de Porcelanosa; los metales en mesas auxiliares y la mampostería en el mobiliario.
En este proyecto, la arquitecta tuvo “carta blanca” tanto en el diseño arquitectónico como en la dotación completa de la vivienda. Su batuta fue la elección de una gama de arenas degradadas entre el gris claro, el verde y el negro, que interactúan con la calidez de las maderas y las fibras naturales, así como con lo frío de los metales, el concreto y las piedras. “Quería que fuera un concepto muy cálido y autóctono, pero a la vez sofisticado”, concluye Jimena Londoño.